Carlos Serres

Si guardo un Crianza más años ¿pasa a ser un Reserva?

Es una de las preguntas comunes que se plantean entre los amantes del vino: si guardo un Crianza más años ¿pasa a ser un Reserva? Una duda a la que, en cierta manera, no le falta lógica si tenemos en cuenta que las diferencias entre Crianza, Reserva y Gran Reserva se establecen basándonos en el tiempo que permanecen tanto en barrica como en botella.

A pesar de esto, la respuesta a esa duda que se plantea muchas veces es rotunda: no, no lograremos tener un Reserva por más tiempo que guardemos una botella de Crianza. Una razón de peso no solo para que no guardemos eternamente un caldo en nuestra bodega, sino también para que tengamos en cuenta algo fundamental: qué vida tienen los vinos. Una buena manera de no llevarnos un chasco al descorchar una botella que hayamos guardado con mimo, para disfrutarla cuando realmente toca hacerlo con todas sus garantías.

Sin embargo y a pesar de esta rotunda negativa, entendamos un poco más cuál es el motivo por el que no lograremos evolucionar un vino más allá de la especificación que cuenta en su etiqueta.

¿DE QUÉ DEPENDE QUE UN VINO SE CALIFIQUE CRIANZA O RESERVA?

Para empezar, es importante saber que el tiempo que cataloga un Crianza o un Reserva está estipulado de manera estricta por cada una de las Denominaciones de Origen a las que pertenecen. Una forma de garantizar determinadas cualidades pero, también, de establecer unos estándares de exigencia que garanticen una cierta unanimidad en los criterios con los que se califican las añadas.

Como ya hemos visto con anterioridad, en lo que respecta a la Denominación de Origen Calificada de Rioja el tiempo de cada uno de ellos se establece de manera estricta: mientras a los Crianza se les exige haber pasado un mínimo de un año en barrica, se considera Reserva a aquellos con una crianza mínima de tres años entre barrica de roble y botella (marcándose un mínimo de uno de ellos en barrica).

Entonces, si esto es así, ¿cuál es el motivo por el que un Crianza que tengamos no evolucionará a un Reserva por más que preservemos una botella en óptimas condiciones de mantenimiento? Sencillo y tan básico como saber que el tipo de uvas utilizado para un caldo y otro no es el mismo.

Carlos Serres Reserva Rioja
En este aspecto, es la buena mano del enólogo de cada bodega la que determina las cualidades específicas que convertirán una determinada selección en uno u otro vino. Una decisión puramente técnica en la que interviene no solo el olfato profesional sino, también, la calidad de la uva de un viñedo. De entre todas ellas, son los enólogos los que eligen aquellas que saben pueden tener un recorrido más largo en el tiempo. O, lo que es lo mismo, las vides más propicias para evolucionar en la duración exigida (tanto en barrica como en botella) y desplegar, llegados al tiempo máximo de consumo, toda esa personalidad que los convierte en únicos.

De ahí que estos lotes de vides se seleccionen cuidadosamente antes de llegar a la bodega, a sabiendas de que en ellas radica esa excelencia que podemos disfrutar al abrir un Reserva o Gran Reserva. E, incluso después, tengan un trato distinto (como el tiempo de barrica) hasta convertirse en esos grandes vinos capaces de brillar con luz propia desde el mismo momento en el que el corcho se retira de la botella.