Una de las cosas que más impresiona al entrar en las Bodegas de Carlos Serres es el mural que plasma la vida de nuestra familia de vinos. Unos vinos de hoy con historia que le deben su nombre y su tradición a la vida de un pionero del que se conserva su manera de entender los vinos de calidad.
Realizado por un artista de Street Art, Sfhir, el mural que decora el hall de nuestra bodega es un auténtico homenaje a la visión que Carlos Serres tuvo de su propios vinos.
La historia de una bodega dibujada con rotulador y spray honrando esas marcas del vino sin las que la historia de Carlos Serres no sería la historia de una bodega revolucionaria.
CARLOS SERRES: LA FUNDACIÓN DE UNA BODEGA CENTENARIA
Cuando Carlos Serres llegó a Haro en el siglo XIX, no era consciente del papel definitorio que tendría en la historia de la Capital del Vino. Para él, las tierras de Haro suponían la oportunidad de hacer grandes vinos al estilo de los que se habían elaborado en Burdeos hasta la llegada de la filoxera.
Sin embargo, lo que fuera una causalidad se convirtió en una bodega en la que todavía hoy se conserva la crianza y elaboración bordelesa implantadas por Carlos Serres a finales del siglo XIX. Una metodología que, incluso más de un siglo después, se postula como la perfecta para crear vinos de calidad que reflejen la riqueza de esta tierra de La Rioja.
Unos vinos que, lejos de contentar a paladares españoles y franceses, habían de cumplir otra misión, la auténtica visión de este pionero: enamorar más allá de las fronteras nacionales.
LA PRIMERA BODEGA COMERCIANTE-EXPORTADORA DE HARO
Lejos de ser una sorpresa, en el Haro del XIX este carácter internacional de Carlos Serres se destiló desde el momento de su inscripción en el registro.
Lejos de ceñirse a la terminología habitual en la época, bodega de vino, Carlos Serres dio un golpe de timón inscribiendo a su recién nacida bodega como comerciante-exportadora.
Un punto de partida al que le seguirían los viajes a ultramar que refleja el mural y que llevarían la historia de una bodega y sus caldos a lugares tan singulares como Estados Unidos, Inglaterra o Cuba. Lugares del mapa que, hasta entonces, desconocían los vinos de calidad de La Rioja y que se sumaron a su demanda.
Tierra, viajes y vino. Una suma que es la esencia de la historia de una bodega que nació en Haro con vistas a conquistar el mundo del vino sin contemplar fronteras.