Uno de los principales atractivos, cuando nos entregamos al arte de la cata de vinos, es reconocer en un caldo los aromas y matices que forjan su personalidad. Unos que no solo construyen su carácter. Además, pueden traernos recuerdos tan singulares y tan poco propios de la uva como las violetas, el café o las setas. Pero más allá de los distintos aromas del vino, hay un protagonista de excepción en sus sabores: las frutas.
Unas que no forman parte ni de la elaboración ni de la receta de un caldo y que, sin embargo, están presentes en su gusto más allá de los sabores del vino que podemos identificar con facilidad.
Y es que la uva es un fruto realmente curioso. Uno que no solo es capaz de metabolizar la tierra en la que crece y sus matices como parte de su sabor. Además, es capaz de sintetizar dos compuestos que no solo forman parte de su carácter aromático sino, también, de sus aromas frutales. Una particularidad a la que se suman los sabores que el proceso de fermentación y crianza aportan a cada caldo.
Así pues, descubramos algunos de los sabores de frutas que podemos encontrar en el vino.
SABORES CÍTRICOS FRESCOS
Un sabor que podemos apreciar, sobre todo, en los vinos blancos. Curiosamente, las notas cítricas forman parte del propio sabor de la uva. Sin embargo, es durante la fermentación cuando este sabor desaparece a priori de un caldo. Será el paso por barrica y la crianza lo que permitirá volver a despertar esos gustos en un vino.
Aunque podemos reconocerlos en los aromas, en los vinos frescos es habitual encontrarlos también en el sabor. Los cítricos más habituales en los vinos son el limón, que está asociado a la sensación de acidez; la naranja, similar al limón pero con notas dulces sutiles; el pomelo, que deja un rastro ligeramente amargo en boca; y la lima, más cortante y seca en el gusto que el limón.
SABORES DE PIÑA Y FRUTAS TROPICALES
Quizás uno de los sabores más sorprendentes con los que podemos encontrarnos en una copa de vino. Podremos identificarlos con facilidad por la sensación que dejan en boca: dejan un ligero gusto dulce, aún cuando se trata de un vino seco.
La uva Chardonnay es, quizás, el máximo representante de estos vinos con sabores a piña y frutas tropicales. Las uvas Verdejo y las Sauvignon blanc también tienen un claro acento a frutas tropicales, sobre todo de mango y maracuyá.
SABORES DE FRESA Y FRAMBUESA
Uno de los sabores más característicos de los vinos tintos. Unos que pueden percibirse entre los aromas primarios con facilidad. Además de los aroma, los frutos rojos también están presentes entre los sabores. Podemos percibirlos por el regusto que dejan en boca.
La cereza es uno de los sabores que podemos encontrar en los vinos tintos. Sin embargo, no es el único. Mientras la fresa y la frambuesa son sabores que se suelen identificar con la uva Tempranillo, son dos gusto que también podemos encontrar en la uva Garnacha. La fresa también está presente en vinos rosados y vinos tintos jóvenes, sobre todo en los caldos de La Rioja, Priorato y Ribera.
Por último, las moras maduras son una de las señas de identidad de los vinos elaborador con uva Cabernet Sauvignon en Burdeos y la Syrah del Ródano francés.
OTROS SABORES DE FRUTA
En ocasiones, también es habitual encontrar en el vino notas de manzana verde. Unas que se asemejan en acidez al limón, pero con un carácter menos intenso. Algo que podemos identificar, por ejemplo, en las uvas Gruner Veltliner de Austria y en la Albariño de Galicia.
Y dejamos para el final uno de los sabores de fruta más singulares y desconcertantes que podemos encontrar en un caldo: el del coco. Un matiz que no está presente de manera natural en un vino sino que, más bien, lo adquiere tras ser criado en barricas de roble nuevo.