Es una de las principales preocupaciones a nivel global, y los hechos no hacen más que reforzar la idea de que el Planeta está cambiando. La huella del ser humano es cada vez más evidente, y su repercusión comienza a materializarse en los ecosistemas de todo el globo. Unos efectos que no solo tienen repercusión directa en la agricultura y la ganadería, sino también otros cultivos como puede ser el de la vid. Una planta que, a pesar de su increíble rusticidad, está comenzando a acusar los cambios evidentes en el clima.
Lejos de que el impacto del cambio climático sobre el viñedo sea un futurible, sus efectos ya han comenzado a notarse. No tenemos que plantearnos cómo puede afectar el cambio climático en el viñedo. Descubrirlo pasa, únicamente, por conocer un dato sumamente curioso: actualmente, el cultivo de la vid se da en latitudes muy alejadas de sus zonas habituales. Tanto que, a medio plazo, podríamos ver cómo se cultiva vid en lugares tan poco tradicionales como Reino Unido o Dinamarca.
Pero más que ver la radiografía global, cabe preguntarse cuáles son las consecuencias del cambio climático en los viñedos españoles. Unos que, por su ubicación, están en una zona que en pocas décadas puede verse seriamente afectada por el calentamiento global. Y sí: algunos efectos ya son visibles, y resulta imposible no tenerlos en cuenta.
¿CÓMO ESTÁ AFECTANDO EL CAMBIO CLIMÁTICO A LOS VIÑEDOS ESPAÑOLES?
Durante las últimas cuatro décadas, el campo español ha perdido tierras de cultivo de la vid. Una de las plantas tradicionales de la agricultura de nuestro país que, a pesar de ser una de los más destacados en el conjunto de la agricultura española, ha perdido hectáreas progresivamente desde 1980. No hablamos de una cantidad menor. Según el informe de potencial de producción vitícola elaborado por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente el campo español ha perdido en cuarenta años un 42% de superficie cultivada de vid. Un porcentaje que, tratándolo de forma aislada, podría hacernos pensar que se debe a ese abandono paulatino del campo que es también una evidencia.
Sin embargo, este dato cobra una relevancia única cuando lo vemos en su conjunto. Acompañado a ese descenso de superficie de vid cultivada, hay otro que podría explicar este importante cambio en la tendencia. Y es que el mapa del viñedo en España ha cambiado en ese mismo lapso de tiempo. O, mejor dicho, ha cambiado de lugar. El cultivo de la vid se ha encaminado hacia el norte de nuestro mapa. Un detalle ciertamente peculiar si tenemos en cuenta que las áreas agrícolas del sur de España han contado, de manera tradicional, con grandes extensiones destinadas a la vid.
La razón de este cambio de ubicación de la vid no es más que una manera de sobrevivir a dos de los efectos propios del cambio climático: el aumento de temperatura y el descenso de la pluviometría.
Si bien estos dos hechos evidencian el impacto del cambio climático en los viñedos españoles, hay otro más sutil a tener en cuenta: el momento en el que se realiza la vendimia. Se calcula que, en las últimas dos décadas, esta recolecta de la uva se ha adelantado a razón de un día por año. Una cantidad que, si bien puede parecer una nimiedad, se convierte en un dato con peso cuando nos planteamos que veinte años corresponden con veinte día.
Un tiempo que obliga a los productores de vino a buscar soluciones para recoger las cosechas con los parámetros de calidad que necesitan sus vinos.
¿QUÉ CONSECUENCIAS PUEDE TENER EL CAMBIO CLIMÁTICO?
El impacto del cambio climático sobre el vino puede provocar un auténtico cambio en el sistema de producción. Tanto el calor como la sequía podrían provocar la imperiosa necesidad de adaptar la viña. Y no nos referimos, únicamente, a hacerlo a nuevos escenarios de cultivo. Añadido, sería imprescindible plantearse un cambio profundo que implicaría optar por variedades más resistentes a las características del nuevo clima, modificar los sistemas de cultivo o, incluso, la instalación de sistemas de riego automáticos en el viñedo.
Dejando a un lado los detalles del proceso de elaboración del vino, hay otro aspecto que puede ser mucho más evidente. Es más: lo experimentaríamos con nuestros propios sentidos. Porque otro de los efectos secundarios del cambio climático en el vino es la alteración de los sabores del vino como los conocemos. El aumento de la temperatura tiene una repercusión directa en la uva. No solo aumenta su concentración de alcohol debido a una maduración temprana de las uvas. Añadido, podría modificar el sabor que conocemos de un buen número de variedades.
Las soluciones están en nuestra mano. Y, aunque ya estemos en una contrarreloj, es posible frenar todos esos efectos que hemos provocado sobre la tierra.