Es parte del ritual de cualquier celebración y una manifestación de alegría o, incluso, de duelo. Un gesto tan versátil como nuestras propias circunstancias que va de la mano de una copa de vino. Aunque brindar sea un ingrediente más de cualquier ritual, curiosamente desconocemos en gran medida de dónde procede semejante tradición. Y, lo que es más interesante todavía, cuál fue la motivación para que ese gesto popular de chocar nuestras copas se mantenga todavía hoy entre nuestras costumbres.
Para comprender la magnitud de ese choque de copas, nada como conocer la historia del brindis. Una que se remonta muchos siglos atrás y que, curiosamente, tiene distintos ceremoniales según cuál sea el país que lleve a cabo este gesto. No hay más que echar un vistazo a cómo brindan en otros países para comprender que, lejos de existir una sola manera correcta, cada pueblo dicta sus propias normas sobre el brindis.
Más allá de cualquier interpretación moderna o normativa para brindar, es interesante conocer de dónde surge esta costumbre. Una manera de conocer todavía mejor el mundo del vino y, de paso, de ser conscientes una vez más de la cantidad de historia que hay tras una copa de vino.
¿CÓMO NACIÓ EL BRINDIS?
Antes de más, hay que conocer de dónde surgió esta peculiar costumbre. Y, como en tantas otras cosas relacionadas con el vino, hay que remontarse a un momento muy específico de la Historia. El vino en la antigua Roma continúa siendo un referente en nuestra actualidad, ya que tanto buena parte de nuestra manera de hacer vino como de disfrutarlo procede de aquella época. Pero seamos puristas. Porque no podemos olvidar que, si bien los romanos son oficialmente quienes dejaron su legado vinícola, los auténticos precursores fueron los griegos de entonces.
Por tanto, saber cuál fue el origen del brindis pasa por atribuírselo al pueblo romano con cierta reticencia ya que, en realidad, fue una costumbre adquirida del pueblo griego. Tanto para unos como para otros, el motivo de brindar se debía a una misma razón. Hablamos de una época en la que se estilaba eliminar a los adversarios mediante bebidas envenenadas. Un miedo que, en muchas ocasiones, se terminaba gracias al brindis. Brindar era para el anfitrión la manera de demostrar a su invitado que podía beber con total tranquilidad.
Es más: en muchas ocasiones, ese choque de copas se hacía de manera violenta buscando que el vino se mezclara. ¡Qué mejor muestra de fe ante cualquier sospecha! Y ya no hablamos de tiempos romanos ni griegos, no. En realidad esta costumbre que hoy miraríamos con total desaprobación fue propia de la Edad Media. Una época en la que el envenenamiento continuaba estando a la orden del día, y para la que los brindis violentos en los que el vino de ambas copas se mezclaban eran una manera de descubrir si estábamos a punto de abandonar el reino de los vivos.
El brindis como gesto práctico
Pero además de esta precaución, habría otra buena razón para brindar en tiempos pasados. Y, lejos de cualquier miedo o desconfianza, el motivo era de carácter puramente práctico. Y es que ese hacer sonar las copas constituía una alerta para el servicio. Una forma de decirles que los invitados a aquellos banquetes multitudinarios se estaban quedando sin vino, y que era momento de volver a llenar sus copas.
CURIOSIDADES SOBRE EL BRINDIS
Dejando el mundo antiguo atrás e incluso las distintas prácticas de brindis que existen en el mundo, hay un buen número de curiosidades en torno a él que merece la pena conocer. Y, de entre todas, quizás la más singular es comprender de dónde procede su nombre. Una denominación que no se remonta tan atrás, sino que es herencia del siglo XVI y de un momento histórico muy definido: una victoria del ejército de Carlos V.
Según cuenta la leyenda, la forma que tuvieron los altos mandos de su ejército de celebrar su saqueo sobre la ciudad de Roma fue brindando. Pero no de cualquier manera. Gracias a un mancebo del emperador, los nuevos ocupados llegaron a creer que el saqueo de Carlos V respondía a una concesión de Dios en pro de la cristiandad. Por ello, el acto de celebración no fue de cualquier manera sino que se entonó un «bring dir’s«. Una frase alemana que, traducida, no deja lugar a dudas: «yo te lo ofrezco».
El brindis no siempre fue celebración
Dejando a un lado la anécdota sobre la procedencia del término, hay otra curiosidad muy peculiar que no podemos pasar por alto. Y es que el brindis no siempre estuvo ligado ni a reunión ni a celebración.
En la Antigua Grecia, cumplía otra singular función que nada tiene que ver con el ambiente festivo que se le atribuye hoy. Si bien es poco conocido, lo cierto es que son muchas las cerámicas y textos antiguos que muestran que el brindis formaba parte de un ritual de libación. Y es que eran muchos los soldados y guerreros que ofrecían vino a los dioses antes partir hacia una batalla. Una costumbre que comenzaba brindándoles una copa, y terminaba con el vino derramado sobre el altar.