Es una de las dudas habituales entre los amantes de los caldos: ¿cómo se almacena el vino para que, cuando vayamos a disfrutarlo, no haya perdido ni una gota de su personalidad y esencia? Está claro que el lugar ideal para conservar el vino es una bodega; un espacio controlado y estable en cuanto a los factores que pueden incidir en un vino (incluso estando embotellado).
Sin embargo, no es preciso disponer de una para poder almacenar el vino correctamente. Incluso en un entorno doméstico podemos guardar nuestras botellas si sabemos cómo hacerlo correctamente. Algo que pasa por recrear las condiciones ideales para que ese tesoro de la tierra encerrado dentro de una botella permanezca fiel a su espíritu.
Más allá de tener en cuenta los aspectos que vamos a abordar, es vital contemplar qué vida tienen los vinos. Una forma única de disfrutarlos en su pleno apogeo sin caer en el error de que por guardar un vino Crianza lograremos tener un Reserva, y sabiendo que no es lo mismo la conservación de un tinto que de un blanco sino que cada uno tiene sus particularidades.
Así, descubramos qué hemos de tener en cuenta a la hora de almacenar correctamente el vino para no llevarnos disgustos al descorchar una botella.
La posición cuándo se almacena el vino
Empezamos por el que es, sin duda, el pilar fundamental de la conservación del vino. Lejos de ser un aspecto secundario, la inclinación con que guardemos nuestras botellas marcará la diferencia entre poder disfrutar de un vino o no. Y es que esa imagen de las botellas en una bodega, levemente inclinadas, no es a la ligera sino que responde a uno de los principios fundamentales de la conservación de los caldos.
Es gracias a esta postura horizontal (aunque con el cuello de la botella ligeramente elevado) permitirá que el caldo no entre en contacto con el corcho. Hemos de tener en cuenta que este cierre es un material poroso que permite la transpiración del vino; pero que, de estar en contacto con él, puede alterar sus propiedades.
Temperatura del vino
Una de las primeras sensaciones al entrar en una bodega de vino es ese ligero fresco que sentimos. Y es que esa temperatura (habitualmente estable y con variaciones muy leves) es clave para que los caldos se conserven en plenitud. Así, hemos de contemplar que para almacenar correctamente el vino tendremos que contar con entre 12 y 16 grados.
Un factor determinante si estamos pensando en instalar nuestra bodega en un entorno doméstico (como una casa, por ejemplo) ya que, de ser así, tendremos que huir de los espacios que sufran alteraciones bruscas de temperatura o que cuentan con fuentes de calor.
La humedad
Si antes comentábamos la importancia de que el vino no estuviera en contacto con el corcho, no hemos de equivocarnos respecto a él. Existen muchos motivos por los que el corcho es importante para el vino y, precisamente para velar por su conservación, es fundamental que el ambiente cuenta con una humedad de entre el 70% y el 80%.
El nivel de luz
Si antes hablábamos de esa sensación de frescura que sentimos en el interior de una bodega, no es menos característica esa penumbra singular que protagoniza estos espacios. La razón es sencilla: el vino es un elemento vivo incluso estando embotellado, razón por la que la incidencia de la luz puede cambiar y alterar sus propiedades.
De ahí que siempre tengamos que evitar que el espacio para almacenar vino cuenta con luz solar directa e, incluso, con la presencia de fluorescentes. Una buena razón para jugar con una iluminación indirecta y siempre con luz tamizada que no enfoque directamente sobre las botellas.
Limpieza y ventilación
Aunque puede parecer más una cuestión cinematográfica que real, lo cierto es que esa imagen preconcebida que tenemos de las botellas de vino en una bodega con una capa de polvo encima no es gratuita. Y es que ese poso del paso del tiempo garantiza que una botella ha permanecido en reposo en la postura adecuada durante el tiempo necesario (o, lo que es lo mismo, es un buen indicativo de salud de una bodega).
Con lo que sí hemos de ser cuidadosos es con la ventilación del lugar de almacenamiento del vino, ya que este factor sí es absolutamente determinante para un caldo. Es importante que, ajeno a corrientes, el espacio donde guardemos nuestras botellas cuente con una buena ventilación ya que esta ayudará a evitar cualquier tipo de moho (que puede alojarse en los corchos, y estropear un caldo).
Cuatro aspectos sencillos de controlar, cuatro claves absolutas sobre cómo almacenar el vino con una única finalidad: descubrir, al descorchar, el auténtico espíritu de un caldo. Sin sobresaltos ni disgustos. Como debe ser.