Carlos Serres

¿Qué son los vinos secos?

El amante del vino es un auténtico estudioso. Y que nadie piense, al decir esto, que conocer más de este mundo implica formalmente estudiar. Más bien, requiere tiempo para leer y entender los múltiples conceptos que rodean a una simple copa de vino. Y, por supuesto, experimentar con distintos caldos en lo que sería una auténtica gimnasia sensorial, hasta hacer que nuestros sentidos reconozcan los distintos aromas, conceptos o matices.

Más allá de comprender el vocabulario del vino como tal, en muchas ocasiones hemos de entrenarnos para identificar la personalidad de un determinado caldo. Una forma de ser capaces de poder determinar, por ejemplo, si estamos ante lo denominado como vino seco. Una catalogación que define un estilo de caldos muy específico, y que conviene conocer para poder identificarlos.

Y es que, aunque sea un término empleado en contadas ocasiones, sorprende saber que un buen número de caldos se engloban en este tipo de vinos. Descubramos, pues, qué implica esta terminología y cómo identificarlos.

¿QUÉ CONOCEMOS COMO VINOS SECOS?

Si bien no queremos entrar en tecnicismos, hacerlo mínimamente es clave para poder comprender qué son los vinos secos. Y es que su principal diferencia con respecto al resto de vinos radica en la concentración de azúcares presente en un caldo. En el caso de los vinos secos, la presencia de azúcares es prácticamente nula tras la fermentación. Esto se debe a que, durante este proceso, todos se han transformado en alcoholes. Por esta razón, sorprende saber que cualquier vino que cuente con un porcentaje de entre 1 y 3 de azúcar es un vino seco.

Entendido esto, surge la duda: ¿por qué, entonces, hay otros vinos llamados dulces que sí tienen presencia de azúcares? El motivo es sencillo. Los vinos secos se obtienen mediante fermentación natural, mientras que los vinos dulces están fortificados. Un proceso que busca evitar que todos los azúcares presentes en el mosto se transformen en alcoholes.

La presencia o ausencia de azúcares también redunda en la textura del vino y sus matices. Por una parte, porque los llamados vinos dulces tienen una consistencia melosa y una textura mucho más agradable en boca. Pero si bien este matiz es relativo, cuando mejor podemos diferenciar un vino seco de uno dulce es al probarlo. Un vino dulce tiende a permanecer en boca durante más tiempo. Un vino seco suele tener un sabor más fuerte al principio y un final más limpio. Nada como experimentar para poder diferenciarlos.

Y si este aspecto no acaba de ser la brújula que esperamos para guiarnos, hay otro más a contemplar. Los aromas de los vinos secos son sustancialmente distintos a los de los vinos dulces. O, mejor dicho, la potencia de algunas notas aromáticas. Si notamos hierbas, especias o madera como protagonistas es altamente probable que se trate de un vino seco. Si el peso de los aromas son frutas o incluso flores, estamos ante un vino dulce.

VINOS BLANCOS SECOS

Más allá de entender y probar, a veces necesitamos más ayudas. Por eso, nada como identificar las características que marcan de manera inevitable un vino seco. Empecemos por el vino blanco seco. Uno de los tipos de vinos en los que más vinos secos encontramos. Para algunos puristas es, de hecho, la única modalidad en la que existe esta catalogación de caldos.

El vino blanco seco se caracteriza por tener una textura más ligera y nada voluptuosa. Algo lógico si, recordemos, tenemos en cuenta que su concentración de azúcares es prácticamente imperceptible o, incluso, nula. Añadido, suelen ser caldos con una acidez muy marcada como consecuencia de esa fermentación natural que comentábamos.

Identificar vinos blancos secos

Cuando nos entregamos al arte de la cata de vinos ante un vino blanco seco, podemos identificarlo con más facilidad. Hablamos de vinos con una fase retronasal intensa pero con un retrogusto corto. O, dicho de otra forma, son caldos que dejan menos sensaciones, aromas y sabores en boca una vez los hemos tragado.

Por último, un detalle más que nos permitirá identificar a un vino blanco seco. Apelemos a la vista. Y es que los vinos blancos secos suelen ser verdosos o amarillentos. Otra guía fantástica para saber si estamos o no ante un caldo de estas características.

VINOS TINTOS SECOS

Como decíamos, la catalogación de vino seco suele atribuirse a los vinos blancos. Sin embargo, en algunas bodegas, hay un buen número de tintos que se engloban en esta categoría. Algo que suscita voces a favor y en contra, ya que bautizarlos así no está ligado a la concentración de azúcares que un tinto pueda tener.

Y entonces ¿por qué se catalogan algunos tintos como vinos secos? La respuesta es sencilla: por su grado de astringencia. Para muchos, existe un paralelismo entre la sensación seca que dejan en boca algunos vinos tintos con la sensación que causan los vinos blancos secos. Sin embargo, en el caso de los tintos, el motivo es bien distinto: la sequedad se debe a sus taninos, y el comportamiento de estos en nuestra boca.