Saber cómo se coge una copa de vino es más importante de lo que parece. El mundo del vino cuenta con un buen número de reglas, escritas o no, que merece la pena cumplir. No responden a caprichos o a decisiones aleatorias. En realidad, nos permiten disfrutar más y mejor de esta pasión que se desata, incluso, sin haber abierto la botella. No nos confundamos: saborear convenientemente el vino demanda ser rigurosos con determinados detalles. Unos que, como la temperatura recomendada en el servicio de vinos, pueden cambiarnos por completo la percepción de un determinado caldo.
De entre ellas, hoy queremos centrarnos en una que puede sorprender. Porque, aunque creas que sabes cómo sujetar un copa de vino correctamente o que es un aspecto absolutamente secundario, quizás no sea así. No nos engañemos: es fundamental para poder disfrutar de nuestra copa como se merece. Es más: puede influir, incluso, en su sabor.
Veamos, pues, cómo debe sujetarse una copa. La mejor forma de saborear plenamente el contenido de cualquier botella.
¿CÓMO SE COGE UNA COPA DE VINO?
Por increíble que parezca, este tema suele suscitar polémica. Para algunos, la postura ideal es la que llevan a cabo los sumilleres y profesionales del arte de la cata del vino. Nos referimos a ese gesto con el que solemos identificar a estos profesionales: sujetando la copa por el pie. Sin embargo y a pesar de ello, digamos que sujetar una copa así lo dejaremos solo para ellos. No solo resulta es más incómodo manejarse con ella así sino que, además, es altamente probable que se nos caiga.
Siendo honestos, para el común de los mortales lo ideal es coger la copa por el tallo. O, dicho de otra forma, por esa parte delgada que une la base de la copa con el cáliz, el espacio reservado al vino.
Esta postura no es la ideal a la ligera. En realidad, responde a la necesidad de salvaguardar al máximo el vino del interior de la copa. No podemos perder de vista que el cristal es transmisor de los aromas. Por este motivo, de manipularla incorrectamente podemos estar aportándole a nuestro vino matices que no están presentes en su auténtica personalidad.
Tampoco es el último motivo para que la manera correcta de coger una copa sea por el tallo. Añadido, hacerlo así nos permite mantener la temperatura del vino. El mero hecho de sujetar apoyando la palma de la mano en el cáliz podría alterar los grados con los que un determinado caldo ha sido servido. Algo que, sobre todo en los meses cálidos, puede cambiar incluso por completo nuestra percepción de un determinado vino.