Es uno de esos términos del vocabulario del vino que suelen despistar a quienes se inician en el mundo de los caldos. Y es lógico: nuestra idea de carnoso tiene una definición mental muy específica que nada tiene que ver a priori con algo líquido. Escuchar carnoso nos suele llevar a algo sustancialmente distinto al vino. Y, a pesar de ello, el término carnoso está íntimamente relacionado con él.
Para evitar poner la cara de poker lógica al escuchar el término, nada como ahondar un poco en su significado. La mejor manera no solo de poder comprender, en un momento dado, a qué hace referencia. Pero, también, la única forma de poder ahondar nosotros mismos en el arte de la cata de vinos y poder utilizar el término con soltura.
Veamos en detalle a qué hace referencia este término para poder educar nuestros sentidos, y reconocer esta cualidad que encierran algunos caldos.
¿QUÉ ES LA CARNOSIDAD DE UN VINO?
Se dice que un vino es carnoso cuando, al catarlo, podemos sentir su «carne». O, dicho de otra manera, cuando un vino presenta en boca una densidad y cuerpos mayores. Una característica que se percibe con la boca pero que, curiosamente, está íntimamente ligada con el tacto. Y es que será la boca la que pueda determinar, en función de la sensación que genera el vino, si un vino es o no carnoso.
Añadido a este aspecto, hay otros que podemos contemplar para saber identificar un vino carnoso. Suelen ser vinos equilibrados que dejan una sensación redonda en el paladar. Esa misma que podemos definir, usando un lenguaje llano, como aquel caldo capaz de llenarnos la boca con su presencia.
Más allá de que entrenemos o nos dejemos llevar por nuestros sentidos, la carnosidad de un vino también puede estar determinada por otros aspectos. Uno de ellos es su procedencia geográfica. Y es que hay zonas productoras de vino que están marcadas, precisamente, por caldos más carnosos de lo habitual.
Pero no es lo único que puede incidir en la carnosidad de un vino: en ocasiones, el proceso de elaboración del vino también marca la carnosidad de un caldo. La duración del proceso de vinificación, o la maceración de zumo y pieles de uva son algunos de los factores que pueden aumentar la carnosidad de un vino. Es gracias a ellos como estos vinos logran su grado de color y concentración de aromas que los definen.
¿DÓNDE PODEMOS ENCONTRAR VINOS CARNOSOS?
Cómo decíamos, las condiciones geográficas tienen una increíble incidencia sobre la carnosidad de un vino. Si nos ceñimos a la producción de vino en España por regiones, el mapa de zonas que producen vinos carnosos está más que definida: Jumilla, Bierzo y Toro encabezan la lista.
Y, si nos fijamos en variedades de uva, tendemos que dirigir nuestra vista a los países y regiones vitivinícolas de Europa. Y es que es la francesa uva Malbec la responsable de buena parte de los vinos más carnosos de nuestro Viejo Continente.