No cabe duda que el mundo del vino puede resultar, para quienes se inician, complicado. Es más: cuando se está aterrizando en el apasionante mundo de los caldos, comprender su idiosincrasia puede resultar a priori un asunto de difícil conquista. No nos confundamos: comprender el vocabulario del vino o entender qué podemos encontrar en una copa no es para unos pocos elegidos. Es, únicamente, una cuestión de entrenamiento. De catar, oler y enseñar a nuestros sentidos a reconocer la mágica personalidad de cada vino.
Está claro que entender los entresijos del mundo del vino supone tiempo. Tiempo… y experimentar con cuantos vinos tengamos a nuestro alcance. Una auténtica carrera de fondo que, en ocasiones, lleva más tiempo del que nos gustaría. Una exigencia que puede chocar con nuestra vida social, si nos rodeamos de auténticos expertos con un conocimiento mucho más amplio que el nuestro. Una situación para la que existen mecanismos que nos ayudarán a estar a la altura de las circunstancias.
Así que, si te estás iniciando en el apasionante mundo de los caldos y necesitas mientras tanto aparentar, nada como conocer algunos trucos para que parezca que entiendes de vino más de lo que lo haces en realidad. Y no: esta lista no es fruto de ningún estudio empírico. Es más bien una forma de ponerle humor a cualquier situación y salir airoso.
1. Degusta el vino
Por más ganas que tengas ¡nada de beber sin más! Para poder aparentar que entiendes de vino, es imprescindible que sigas los pasos correspondientes al arte de la cata de vino. O, dicho de otra manera: que observes la lágrima del vino sobre el cristal de la copa, que lo olfatees y que lo pruebes en pequeñas dosis para permitir que despliegue su personalidad. Probablemente, no puedas describirlo. ¡Pero el pego, al menos, lo darás!
Ojo: tampoco exageres porque, de hacerlo, sí que denotarás tu inexperiencia. Lo ideal es dedicarle unos segundos, llevar a cabo los pasos de manera pausada y, eso sí, hacer un silencio después de probarlo para continuar con la conversación como si nada hubiera sucedido.
2. Huele el corcho
¡Imprescindible! Para los entendidos en vino, el corcho esconde un gran secreto: olerlo nos ayudará a saber si un vino ha sido correctamente conservado o no. Y, aunque no tengamos ni idea, este aspecto es súper asumible incluso para cualquier profano. En el caso de los vinos tintos y blancos, el corcho de un vino bien conservado será prácticamente inodoro.
Detectar un olor desagradable en el corcho puede jugar una baza a nuestro favor. Porque, a pesar de que eso suponga que cómo almacenar el vino no se ha cumplido a rajatabla, puede darnos bastante juego para argumentar a nuestro favor.
3. Ensalza el vino que te ofrezcan
Probablemente, no has oído hablar de él en tu vida. Y no es tan extraño: el abanico de caldos a probar es tan amplio que, incluso los más avezados, pueden despistarse con algunos nombres. Pero, en lugar de decir que no conoces un determinado vino, limítate a asegurar que está entre tus vinos de cabecera. Quizás para algunos no cuele, pero en líneas generales nadie lo pondrá en duda.
4. No te la juegues a descifrar los aromas de un caldo
Fundamental. Y más todavía recordarlo si ya hemos tomado más de una copa de vino, y tenemos el paladar caliente en todos los sentidos. Jugárnosla a aventurarnos en los secretos que esconde un caldo puede delatar por completo nuestra inexperiencia. Así que nada como pasar por alto este aspecto o, en todo caso, escuchar a los entendidos desentrañar los matices de un caldo.
5. Nunca pidas un vino por su precio
Si cometes el error de decantarte por la botella más cara de la carta, no siempre estarás apostando por el mejor vino. Cómo se fija el precio de un vino no depende únicamente de la calidad del mismo sino, también, de modas y tendencias. Y, si bien muchas veces la cantidad de euros no está reñida con la calidad, sí puede delatar nuestro escaso conocimiento.
¿Qué hacer entonces? Siempre podemos jugar con esa gran frase que a todo sumiller le encanta: ¿qué me recomiendas? Un auténtico salvoconducto para pasar desapercibidos, y tener la oportunidad de probar un vino al que de otra manera quizás no habríamos llegado.
6. Invierte algo de tiempo en conocer algunos conceptos fundamentales
Y sí: aunque queramos hacer el papelón, no queda más remedio. Hay algunos conceptos clave que, sí o sí, saldrán a relucir. Unos que conviene conocer un poco de más cerca para poder manejar, incluso si somos los más novatos del mundo en el vino.
Así que toma nota: qué son los taninos, el proceso de elaboración del vino o qué es el retrogusto y cómo identificarlo son algunas de las cosas que tendremos que aprender si queremos que no nos descubran.
7. Juégatela a maridar rompiendo las normas tradicionales
Te habrás cansado de oír aquello de vino blanco para el pescado, vino tinto para la carne. Y nada más lejos de la realidad. Conocer los consejos para maridar con vino no solo permite modernizar nuestra manera de disfrutar de un determinado maridaje. También nos permitirá sentir cierta sensación de seguridad, ya que romper con los cánones clásicos supone un conocimiento del mundo de los caldos.