Carlos Serres

Qué debes de saber sobre las bodegas de Haro

Pronunciar el nombre de Haro es, inevitablemente, pensar en vino. Sentir el aroma de su peculiar carácter, saborear los matices de la personalidad de su tierra. Oler el peso de su historia, del singular perfume que el Ebro deja en cada rincón de sus calles.

Haro tiene peso propio en el contexto del vino, no solo por la calidad de sus caldos o lo que los hace únicos. Y es que, más allá de este aspecto que cualquier amante del vino puede disfrutar al abrir una botella creada y criada en esta tierra, el pasado ha escrito de manera decisiva su futuro.

Un ayer que, lejos de ser casual, responde a una tierra mimada para el cultivo de la vid y de las condiciones meteorológicas ideales para el vino. Algo que, si bien responde a una suma de factores climatológicos y geográficos, fue de manera innata uno de los condicionantes para que podamos remontarnos muchos siglos atrás en la tradición de esta tierra con las actividades vitivinícola. Tanto que hay datos documentados del año 873 de la relación de los habitantes de Haro con el vino.

Bodegas de Haro

Descubramos, pues, qué hace que las tierras de Haro sean únicas y, por tanto, cuna de un buen número de bodegas de renombre que todavía hoy llevan el sabor de estas tierras más allá de las fronteras de nuestro país.

TIERRAS DE HARO

La vocación vitivinícola de Haro se sustenta, fundamentalmente, en que su estratégica situación geográfica hace que su terreno sea el idóneo para el cultivo de la uva. Un hecho del que dan cuenta las más de 600 hectáreas que, a día de hoy, se destinan en territorio jarreño a este cultivo.

Si algo marca de manera determinante Haro es la influencia del Ebro. Es precisamente gracias a él por lo que esta zona de La Rioja Alta goza de un clima perfecto para el desarrollo de la uva. Inviernos fríos y largos se confrontan con veranos suaves con contrastes. Una oscilación de temperatura a la que acompaña un elevado índice de lluvias anuales.

La importancia del terruño en el vino

Pero, más allá de la repercusión del clima en el vino, otra de las claves que hacen de Haro cuna de vinos elegantes y complejos es su terruño. Su suelo, calcáreo y arcilloso, es la base ideal para el cultivo de la uva destinada a la tradicional crianza en barrica bordelesa.

Un estilo que también le rinde homenaje al pasado más granado de Haro.

BODEGAS CENTENARIAS

 

La tradición vitivinícola de Haro ha dejado una singular impronta en su presente. Una auténtica herencia que, todavía hoy, forma parte del día a día de un municipio que recibe el honrado sobrenombre de Ciudad del Vino. Y no es para menos: todavía hoy, caminar por Haro es vivir en carne propia su pasado incluso cuando este ya no forma parte del paisaje de la ciudad.

Uno de los motivos por los que Haro perpetúa en el tiempo su protagonismo en el panorama internacional del vino es porque, todavía hoy, tiene en su haber la mayor concentración de bodegas centenarias del mundo. Un fenómeno que se inició en el siglo XIX gracias a la decisión gubernamental de llevar las vías del tren hasta la ciudad.

Barrio de la Estación de Haro

Una elección que respondió, en gran medida, al papel relevante que Haro había ido cobrando gracias al ataque de filoxera en Francia.

Poco a poco, las diferentes bodegas de la época comenzaron a instalarse en torno a ese caballo de hierro que llevaría sus vinos más allá de las fronteras de La Rioja dando lugar al conocido como Barrio de la Estación.

Hoy por hoy, el tren ha desaparecido pero el nombre se ha perpetuado en el tiempo de la misma manera que aquellas bodegas que llegaron a Haro hace cerca de dos siglos también.

Unas bodegas que continúan llevando el sabor de las tierras de este municipio del occidente de La Rioja a prácticamente todos los rincones del mundo.