Carlos Serres

Música y vino: la magia del maridaje sonoro

La canción que sonaba en un momento que tenemos grabado en la memoria, la melodía de una película que nos emocionó. Esa letra que nos recuerda a alguien, ya sea con una sonrisa o una pequeña punzada en el corazón. La música tiene la increíble capacidad de hacernos sentir. De despertar emociones y acariciar los recuerdos para hacer de un determinado tema la única banda sonora única para un determinado momento.

Una magia que, curiosamente, comparte esta disciplina con un mundo aparentemente alejado de ella. Nos referimos al del vino. Porque, más allá de indagar sus sabores en el arte de la cata de vinos, no nos equivoquemos. Lo que hace cualquiera de ellos, ya sea un caldo excelente o uno mucho más humilde, es hacernos sentir. Sacar del letargo a nuestros sentidos para hacer que vista, olfato, gusto e, incluso, oído se involucren en ese caldo casi alquímico que encierra una copa. Una suma de emociones que tendría en la música a su mejor aliada.

Pero ¿por qué la música puede maridar con el vino hasta el punto de convertirse en parte única de un sabor? Eso, descubrir los entresijos del maridaje sonoro, es precisamente lo que queremos poner sobre la mesa.

¿QUÉ ES EL MARIDAJE SONORO?

Ya en sí mismo, el término puede resultar peculiar. Estamos acostumbrados a consejos para maridar con vino que se ciñen únicamente a aquellas delicias que ocupan un plato. Algo lógico, si buscamos en el diccionario de vocabulario del vino la definición estricta de maridar. Una que no deja lugar a dudas, y que tiene todo el sentido en lo que respecta a la música. Maridar es hacer que dos cosas diferentes se adapten entre sí. Así que, por increíble que nos pueda parecer a priori, la denominación de maridaje sonoro es más que exacta.

Qué es el maridaje sonoro

Vayamos un paso más allá para comprender por qué el maridaje sonoro está de rabiosa actualidad. Y es que, curiosamente, está científicamente demostrado que la música puede cambiar nuestra percepción de un caldo. Según un estudio de la Universidad Heriot Watt de Edimburgo, escuchar un tipo u otro de música puede influir en el sabor del vino que estamos catando. Algo lógico si tenemos en cuenta que somos seres asociadores, que tendemos a unir recuerdos dispares para juzgar si algo es placentero o doloroso. Esta conclusión se sustenta, fundamentalmente, en que la música estimula zonas específicas de nuestro cerebro. Unas en las que se almacenan nuestras experiencias, y que inciden de manera directa en nuestra manera de valorar la realidad.

Así, un correcto maridaje entre música y vino nos haría multiplicar la sensación de placer de la misma manera que lo experimentamos ante un correcto maridaje de vino con comida. La única diferencia de este singular maridaje sonoro: que, en él, es el oído el protagonista de excepción.

LOS MEJORES GÉNEROS PARA CADA VINO

Comprendido el peso del maridaje sonoro cabe preguntarse lo obvio. Y es que es inevitable plantearse cómo acertar en esta singular combinación entre lo sensorial y lo físico para conseguir experimentar ese placer del que habla el estudio escocés. Algo sumamente subjetivo, tanto como puede serlo cualquier maridaje con comida.

Y es que, no nos equivoquemos: más allá de las teorías, hay personas que pueden encontrar un placer singular y especial en combinaciones que desafían los estándares. Y, lejos de tacharlos de equivocados, solo podemos respetarlos.

Cómo hacer un maridaje sonoro

Más allá de los gustos personales, el estudio nos da ciertas guías para que sepamos por dónde tirar si queremos experimentar esta sensación de climax. Un auténtico despertar de los sentidos que, si bien tendremos que probar en propias carnes, tiene algunas guías para que sepamos cómo combinar vino y música correctamente.

  • Cabernet Sauvignon: un vino al que acompañan a la perfección los grandes clásicos del Rock&Roll. Música potente y con carácter. Según el estudio, gracias a ella percibiremos el cuerpo y carácter del vino con un 60% más de intensidad
  • Merlot: música acústica en la que reine la guitarra, o melodías de soul o R&B
  • Chardonnay: el más discotequero de los caldos. Para acompañarlo, nada como ritmos dance o disco
  • Syrah: música clásica o bandas sonoras de este corte

Y, aunque la lista de vinos con los que maridar es extensa, un consejo: probar y probar. La mejor manera de poder encontrar el sabor ideal para esa canción que, leyendo este post, ya tienes en mente.