Carlos Serres

Los vinos españoles, ¿víctimas de Trump?

El vino de nuestro país vive uno de los momentos más delicados de su historia reciente. No hablamos de la filoxera, la plaga que estuvo a punto de acabar con el viño; ni de ningún otro insecto que pueda comprometer la vida propia del viñedo. Nos referimos a la recién anunciada guerra comercial que Estados Unidos parece haberle declarado a un buen número de productos europeos. Unos entre los que ni siquiera el vino ha podido librarse.

Lejos de ser simplemente una medida política, la imposición de nuevos aranceles puede marcar un antes y un después en las exportaciones europeas. Y es que Estados Unidos es uno de los países en los que se consume más vino. A pesar de que cuenta con producción propia de caldos, ésta no cumple con las necesidades internas del país. Tanto que, según la Federación Española del Vino (FEV), entre el 20 y el 25% del vino que se consume en Estados Unidos es de procedencia europea. Un abanico de porcentajes en el que el vino español ocupa un lugar predominante.

Siendo así ¿qué impacto podría tener esta decisión del gobierno Trump sobre el vino español? Veámoslo en detalle.

LA GUERRA DE TRUMP CONTRA EL VINO IMPORTADO

La decisión del gobierno Trump es fruto de una larga contienda comercial por los subsidios recibidos por la compañía Airbus. Si bien parecía algo que no se iba a materializar, la reciente sentencia de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no ha hecho más que ratificarlo. A partir de octubre de 2019, un buen número de productos europeos contarán con una significativa subida de aranceles. No hablamos de una cantidad cualquiera: desde esa fecha, los vinos españoles estarán gravados con un 25%. Un incremento que repercutirá de manera decisiva en el precio final para el consumidor norteamericano.

Inicialmente, esta medida del gobierno Trump se dirigía específicamente a los vinos franceses. Y el motivo, realmente curioso: para el gobierno norteamericano, los vinos galos no jugaban en igualdad de condiciones con los vinos californianos. Y esta medida de sumar aranceles que complicaran la compra al consumidor final, una forma proteccionista para los vinos con etiqueta norteamericana.

Esta decisión no deja de ser singular ya que, a pesar de que ser el cuarto productor mundial de vino, Estados Unidos se ve obligado a importar vino. La única forma en la que puede dar respuesta a la demanda interna de caldos, ya que ahora mismo el vino es precisamente un producto cada vez más popular entre los norteamericanos. Y sí: está claro que otras regiones productoras de vino, como Chile o Australia, tienen un peso significativo entre las importaciones del país. Pero, curiosamente, los vinos europeos han sido históricamente los más importados por el gigante americano. Un hecho que, con los nuevos gravámenes, puede cambiar sustancialmente el consumo americano. Y no por decisión: más bien, por imposición.

Y, en ese volumen de importaciones, no cabe duda de que el vino español tiene un peso específico. En 2018, Estados Unidos fue el cuarto país de destino de nuestros caldos. Hablamos de 90 millones de litros con una facturación de más de 325 millones de euros. Unas cifras que podrían verse seriamente afectadas por esta decisión de la OMC.

¿QUÉ DENOMINACIONES DE ORIGEN DE VERÍAN MÁS AFECTADAS?

Si bien el vino español no estaba en el objetivo de Trump, no cabe duda de que sus medidas tendrán una seria repercusión sobre las exportaciones de los caldos españoles. No hablamos de algo menor: esta significativa subida de aranceles puede suponer un importante cambio de escenario para el vino español. Y es que el mapa de producción de vino de España por regiones podría verse seriamente afectado por estas nuevas medidas.

No cabe duda de que La Rioja será una de las zonas que verán resentidas sus exportaciones con la entrada en vigor de estos nuevos aranceles. Desde hace décadas, Estados Unidos es uno de los objetivos prioritarios en la estrategia internacional de exportación de vino riojano. Y es que se calcula que más del 10% de las ventas internacionales de vino de nuestra región van a parar a Estados Unidos.

Pero no es la única región que se resentirá de esta nueva política. Según datos de 2017 del Ministerio de Agricultura, los mayores damnificados por estos nuevos aranceles serían los vinos con denominación Calatayud ya que el 22% de su producción se destina a Estados Unidos. Pero no es la única: los vinos Sierra de Salamanca, Priorat, Campo de Borja o Vinos de Madrid también verían menguados sus números con la entrada en vigor de esta nueva normativa. Y es que, en todos los casos, entre el 10 y el 15% de su producción también se destina al mercado norteamericano.

Ahora toca esperar a ver cuál es la reacción del mercado norteamericano. Porque, a pesar de la penalización impuesta por el gobierno Trump, es el pueblo norteamericano el que tiene la última palabra.