Carlos Serres

Los países en los que se consume más vino

El vino es, histórica y culturalmente, un gran compañero de la Humanidad. No solo forma parte de nuestras crónicas desde los inicios de las civilizaciones sino que, además, continúa estando plenamente presente en nuestra manera de entender el mundo. Lejos de ser únicamente patrimonio de la Vieja Europa, el vino ha sabido conquistar paulatinamente el mundo entero. Tanto que sorprende descubrir la historia del vino en América como, incluso, parte del considerado descubrimiento del Nuevo Mundo.

La importancia del vino en nuestra actualidad es evidente. No solo porque su historia pesa y pone sabor. También porque el auge de la internacionalización de la gastronomía ha provocado en el último siglo un fenómeno sin precedentes: el mundo rinde pleitesía al vino. Tanto que, según datos de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), el consumo mundial ascendió a 24.300 millones de litros en 2017. Una cantidad que da debida cuenta de hasta qué punto el vino ocupa un lugar predominante a lo largo y ancho del Planeta.

Sin embargo y a pesar de la espectacularidad del número, no nos confundamos. La distribución de litros por consumidor es la mar de variopinta. O, dicho de otra manera, la cantidad de litros de cada amante del vino es una fantástica radiografía de los países en los que más vino se consume.

¿EN QUÉ PAÍSES SE CONSUME MÁS VINO?

A priori y si nos basáramos en los países con más tradición, nos atreveríamos incluso a hacer una quiniela. Una apuesta por tres de los países en los que el vino tiene, históricamente, un peso específico. Si tu respuesta habría sido Francia, Italia y España sentimos decirte que te equivocarías. A pesar de lo lógico del vaticinio, lo cierto es que los resultados de OIV arrojan un dato sorprendente. Hay un minúsculo país que encabeza el consumo de vino en el mundo: El Vaticano. Un país que reivindica, desde hace ya unos cuantos años, el primer puesto en los países del mundo que más vino consumen.

En qué países de consume más vino

Curiosamente, este increíble resultado tiene toda la lógica. Hablamos de un país minúsculo habitado por apenas 1.000 personas, la gran mayoría mayor de 50 años y con buena capacidad económica.  Con un añadido: en el país vaticano, el vino cuenta con un régimen fiscal especial para el vino. Pero no serían estos los únicos argumentos para que El Vaticano reine en la lista. Además, habría que contemplar dos más: la celebración de eucaristías, que podría tener un peso importante en esos 54,2 litros al año por persona; y la ausencia de niños, un factor que según los expertos ayuda al consumo.

Por seguir con las curiosidades, sorprende casi tanto saber que los siguientes países en la lista comparten ciertas características con este primero. O, mejor dicho, fundamentalmente una: son países de pequeño tamaño. La isla de Norfolk, Andorra y Croacia son algunos de los que siguen de cerca al estado papal. Y hagamos una parada: más allá de que los países en los que se consume más vino sean pequeños, hay otra máxima. Buena parte de ellos son, además, paraísos fiscales. Un buen motivo para que Bermudas, Gibraltar o Islas Caimán también estén entre los primeros puestos.

Distribuciones singulares que vendrían a romper, en gran medida, el esquema de consumo de vino tal y como lo conocemos tradicionalmente.

LOS EUROPEOS, ENAMORADOS DEL VINO

Más allá de resultados curiosos, lo cierto es que el vino sigue siendo el gran amor de Europa. Y es que, como continente, es el europeo el que mayor consumo tiene a nivel mundial. En términos globales, Estados Unidos es el país en el que se consume más vino al año. Sin embargo, es curioso saber que este término no se aplica por persona sino en el cómputo global del país. Si miráramos al continente americano en su conjunto, nos encontraríamos con el mismo resultado.

Europa, el continente que más vino bebe

Es por esto que, a pesar de los números redondos, Europa sigue siendo el gran territorio del vino. Un continente en el que, desde Portugal a Rumanía, el consumo del vino no solo es invitado a la mesa.

Es, en realidad, un compañero más de vida.