Es uno de los vinos que más curiosidad han levantado en los últimos años, y no faltan motivos para ello. Basta con investigar qué es el vino de hielo para sorprenderse. Y no lo decimos por su sabor. Lo decimos porque este tipo de vinos desafían lo que, a priori, podríamos considerar la manera tradicional de elaborar vino. Una ruptura con la tradición que, sin embargo, ha convertido este tipo de vinos en unos de los más codiciados del mercado.
Por más novedoso que nos pueda resultar, entender qué es un vino de hielo pasa por comenzar sabiendo algo: no, no es un «invento» moderno ni algo tan reciente como podríamos creer. Por más que sea ahora cuando esta denominación para estos vinos haya saltado a la palestra, lo cierto es que acompañan a la historia de la Humanidad desde el siglo XVIII. Y como tantas cosas fundamentales en nuestras andanzas sobre el Planeta empezando por el mismísimo fuego, no se sabe muy bien si la presencia en nuestras mesas de los vinos de hielo es el resultado de un error o un maravilloso fruto de la casualidad.
Buscado o no, lo cierto es que estos vinos no dejan a nadie indiferentes. Así que nada como sabes qué es un vino de hielo con exactitud para comprender qué es lo que los convierte en algo tan especial.
¿A QUÉ LLAMAMOS VINOS DE HIELO?
Empecemos por el principio. O, como en tantas cosas relacionadas con el vino, por la definición pura y dura. Se considera un vino de hielo aquel vino elaborado a partir de uvas sometidas a condiciones climatológicas determinadas que, además, se recolectan en ese momento. O, dicho de otro modo, son vinos creados a partir de uvas congeladas que, contra todo pronóstico, presentan una increíble concentración de azúcares. Un hecho que se debe a que, al helarse el grano, el agua congelada rompe la anatomía de la uva. Algo que, lejos de ser un problema, permite al fruto perder el agua y favorecer esa cantidad de azúcares de la que hablábamos.
Añadido, estas uvas heladas ofrecen otras ventajas la mar de interesantes para la elaboración de los vinos de hielo. No solo cuentan con altos niveles de acidez. Además, ofrecen una intensidad de sabores que les confieren una intensidad y calidades únicas.
No es la primera vez que vemos cómo afecta el clima y la geografía al vino. Sin embargo, en esta ocasión la meteorología jugaría a favor de aquellos amantes del vino que quieren aventurarse a descubrir estos Ice Wine o Eiswein, como se denominaron en sus orígenes allá por 1794. Y sí: el término es alemán porque serían los agricultores de Baviera quienes dieran origen a estos singulares vino. Y no por innovar sino, más bien, como recurso a una cosecha de uva que se vio sorprendida por una helada imprevista.
¿POR QUÉ SON TAN CODICIADOS?
No hay un único motivo para que los vinos de hielo sean oscuro objeto de deseo de muchos amantes del vino. En realidad, son varias las razones que confieren a estos vinos ese halo de exclusividad que hay que sean tan demandados.
El primer motivo es que son un bien escaso. Y no porque las bodegas que los elaboran no deseen contar con una producción anual de este tipo de vinos. Más bien se debe a que para poder catalogar un vino como vino de hielo deben darse una serie de condiciones climatológicas que no se dan forzosamente todos los años. Además, las uvas solo pueden ser prensadas en estado congelado por lo que los tiempos de elaboración de este tipo de vinos cuentan son una auténtica contrarreloj.
Para acabar de rizar el rizo, un par de detalles más que nos hacen darnos cuenta de lo complicado de su elaboración. Para empezar, solo se puede elaborar vino de hielo con las frutas de la primera helada. Por si fuera poco, solo pueden ser recogidas de manera manual. Y, para rematar, hay una última exigencia: para su correcta elaboración, tanto la vendimia como el prensado de la uva deben realizarse a temperaturas inferiores a los ocho grados bajo de cero.
Dejando al margen lo exigente de su elaboración, hay otra razón mucho más terrenal para que sean tan demandados. Y es que los vinos de hielo se caracterizan por ser vinos extremadamente dulces y de una altísima calidad. Factores que, independientemente de su producción, los hacen ser simplemente irresistibles.
Está claro el motivo por el que los vinos de hielo se consideran «joyas vinícolas». Igual que lo está que, la próxima vez que tengas una de estas singulares creaciones en tu copa, comprenderás todavía mejor la magnitud de su singularidad.