Es uno de esos términos que leemos y mucho en las etiquetas en la última época. Pero, curiosamente y a pesar de su popularización, qué son los vinos biodinámicos sigue despertando numerosas dudas. Algo lógico ya que no responde a uno de esos términos del vocabulario del vino con los que estamos familiarizados. Y es lógico que así sea porque, por más que lo busquemos, no encontraremos respuesta en ningún glosario de términos. Básicamente porque no es solo una definición sino, más bien, una auténtica forma de concebir el cultivo de la viña y, por ende, el carácter de un vino.
En las últimas décadas, los vinos biodinámicos han logrado encontrar un hueco en el mercado de los caldos. Un estilo cuyo éxito se basa, fundamentalmente, en la recuperación de la tradición más genuina de la viticultura. Y no hablamos únicamente de hechos materiales sino, también, de una dimensión casi espiritual.
Pero vayamos por partes para comprender qué son los vinos biodinámicos. Y, lo que es más importante, para entender plenamente cuáles son sus principales diferencias con los vinos naturales, los vinos para vegetarianos o los vinos ecológicos.
¿QUÉ SON LO VINOS BIODINÁMICOS?
Empecemos por el principio. O, dicho de otro modo, comprendamos qué son exactamente los vinos biodinámicos. Unos cuyo nombre están en deuda con Rudolf Steiner: un filósofo que, allá por los años 70 del siglo XX, marcó un punto y aparte en el cultivo de la viña. Siendo justos, la gran aportación de Steiner al mundo del vino no es otra cosa que reivindicar la más absoluta naturalidad en el cultivo de la vid. Una idea que no hace referencia únicamente a lo que atañe al cultivo de la planta sino, más bien, a todo lo que la envuelve.
Así un vino biodinámica es aquel en el que tanto la naturaleza como los seres vivos que forman parte del proceso de elaboración del vino están equilibrados de manera natural. Y hay que hacer un inciso en lo que respecta al término seres vivos. Porque para Steiner no hace referencia solo a insectos, animales silvestres o animales involucrados en las labores de la viña. También engloba al ser humano como parte activa de cada uno de los pasos que se dan en el viñedo.
Pero no es lo único que se contempla para poder considerar a un determinado caldo un vino biodinámico. Más allá de esa reivindicación por recuperar la viticultura tradicional sin vanguardia alguna, hay otro aspecto fundamental. Nos referimos a esos calendarios ancestrales que regían las épocas de siembra, poda e, incluso, recolección. Porque, lejos de caer en el olvido, son parte imprescindible de un vino biodinámica. Un ingrediente invisible en el que las máximas populares acuñadas con el paso de los siglos y el peso de las fases lunares cobran un peso absoluto en un mundo cada vez más descreído de esta tradición.
Magia, superstición o, simplemente, frase hecha. Pero no deja ser curioso saber que, en un porcentaje altísimo, esa aparente cultura popular es capaz de predecir un buen número de fenómenos meteorológicos.
¿CÓMO SE CREAN ESTOS VINOS?
En esencia, el proceso de elaboración del vino tradicional no difiere en gran medida de la de los vinos biodinámicos. Lo que realmente marca la diferencia de estos vinos es el trabajo de cultivo de la viña. Uno que exige un número mayor de recursos para poder atender de forma respetuosa y equilibrada la vid desde un punto de vista único: velar por la salud de la viña. Y no entendiendo esto solo como las plantas sino, también, en lo que respecta a cualquier elemento relacionado con el ecosistema que es en sí mismo un viñedo.
La consideración de vino biodinámico solo puede darse contemplando determinadas condiciones de cultivo empezando por una fundamental: la ausencia absoluta de fitosanitarios de carácter químico. En lugar de ellos y con el fin de mantener la correcta salud de las plantas, la viticultura biodinámica apuesta por la creación y el uso de un ecosistema de plantas con valor medicinal para la viña. Su uso es variado. Pueden servir como ingredientes para elaborar remedios con los que fumigar a las plantas o bien ejercer de repelentes naturales de determinadas plagas.
Pero no todo son plantas en el mundo de los vinos biodinámicos. El propio Steiner creó hasta nueve preparados biodinámicos. Recetas que buscan preparar el campo o contar con compost natural con ingredientes tan variados como cuerno de vaca, dientes de león o azufre.