Disfrutar de una copa de vino es solo el final de un largo proceso. El fruto de los días que la uva estuvo en la vid expuesta al sol, al frío, a la mano del hombre y a la lluvia. El resultado de un trabajo en el que naturaleza y humanidad se alían para conseguir perpetuar el sabor de la tierra en una sola botella. Un abanico de matices, aromas y paladares que hacen que cada vino tenga una personalidad única.
De entre todas esas sensaciones que transmite el vino, podemos experimentar con dos aspectos fundamentalmente: los distintos aromas del vino y sus sabores. Un tándem que no solo forma parte del arte de la cata de vinos sino, también, del disfrute más distendido de un caldo. Incluso cuando no sabemos catar un vino, tanto aromas como sabores pueden traernos recuerdos que nos permiten identificar determinados matices. A hierbas, tabaco, madera, cuero, tierra… o uno de los más buscados: el sabor afrutado.
Una gama de aromas y sabores que no son solo el resultado obvio de que el vino es un producto de la uva. Un vino afrutado es, más bien, aquel en el que tanto los aromas como los sabores predominantes son notas frutales que no solo se deben a la fruta originaria sino, fundamentalmente, a otros aspectos como el tipo de uva.
Un carácter que amplía sustancialmente la gama de aromas y sabores de un vino para sorprendernos descubriendo en una copa tonos de melocotón, albaricoque, mora, manzana o, incluso, algo tan dispar aparentemente como pueden ser los matices de plátano.
TIPO DE UVA PARA HACER VINOS AFRUTADOS
Los vinos afrutados, catalogados por algunos expertos como vinos frutales, evocan recuerdos a frutas maduras que, como acabamos de ver, no son forzosamente la uva. Una personalidad que depende en gran medida del tipo de uva empleado en la elaboración de un determinado caldo, ya que son las características organolépticas de cada tipo de vid y el momento de recogida de la uva las que marcan de manera inevitable este aspecto.
Las uvas más utilizadas para crear vinos afrutados son blancas o tintas, con un predominio importante de algunas específicas para cada familia.
Tipos de uva para vinos blancos afrutados
- Moscatel: una de las más aromáticas. A pesar de las notas florales, los matices cítricos y de albaricoque son característicos de esta uva
- Malvasía: la ideal para elaborar vinos dulces. Aromas de manzana, melocotón y melón
- Verdejo: además de los tonos de hierbas, predominan las notas de pera y manzana
- Albariño: más allá de sus fondos florales, destacan la naranja y el melocotón
- Tempranillo blanco: una de las uvas más deliciosas de nuestra tierra, y rica en aromas tan singulares como las frutas tropicales, los tonos cítricos y el plátano
Tipos de uva para vinos tintos afrutados
- Tempranillo: otra de las uvas protagonistas de La Rioja. Ciruela y cereza destacan sobre el resto de aromas frutales
- Garnacha tinta: la segunda más plantada en nuestro país. La frambuesa y la mora son protagonistas de sus aromas
- Syrah: fresa y frutas del bosque son sus dos notas frutales características
- Pinot Noir: similar a la anterior en matices florales, aunque también incorpora los tonos de ciruela
VINOS LIGEROS, ELEGANTES Y DE ACIDEZ EQUILIBRADA
Más allá de sus notas de cata, los vinos afrutados tienen otras señas de identidad características. Para empezar, hay que contemplar que tanto el terreno como el clima dejan su impronta también en los sabores de la uva como un fondo característico del vino. También dejan su huella otros aspectos como la forma de cultivo, el momento de la recolección; e, incluso, el proceso de vinificación. El elegido, ya sea en el punto de la maceración o en el de la fermentación, colaborarán en despertar más o adormecer las notas florales.
Todos estos aspectos, más allá de la elección del tipo de uva, harán que un determinado vino tenga una personalidad específica. Pero partamos de un punto fundamental: para crear vinos afrutados, y más allá de estos aspectos, la base sólida está en la calidad de la uva. Una que debe ser rica en matices y aromas y que, además, esté en el punto preciso de maduración.
Pero si hay algo que define a los vinos afrutados es su carácter fresco, sumamente fragante y ligero. Algo que va de la mano con el hecho de que gran parte de los vinos afrutados son vinos jóvenes, aunque se experimenta y crean cada vez más vinos con tiempos de maduración superiores que no pierden ese espíritu frutal tan personal.
Sin embargo, juventud no es sinónimo de menor calidad. Los vinos afrutados son elegantes y equilibrados en acidez. Y, por más que se crea, un vino frutal no es forzosamente un vino dulce; ya que son aspectos distintos.
Juventud, potencia aromática y frescura: un trío de ases único para disfrutar de vinos afrutados y todas sus bondades en una copa.