Carlos Serres

Los colores del viñedo

Septiembre es un mes de cambios. De vuelta a la rutina, de despedirse paulatinamente del calor para ceder paso al frío. A los días más cortos. Al hecho probado de que otro verano ha pasado. Lejos de nostalgias, septiembre también es el mes de recibir el otoño. Una de las estaciones del año en la que el campo cobra una personalidad singular.  Un momento en el que todo se tiñe de esos colores tan particulares que hacen de esta época un auténtico espectáculo.

Y si en el campo en general el otoño es un espectáculo, en el viñedo el paisaje es todavía más singular. Uno en el que, día a día, la naturaleza parece cambiar los tonos que adquieren las vides. Un momento único que puede vivirse de tantas maneras distintas como visitas decidamos hacer a los viñedos.

Pero ¿por qué se vive ese espectáculo de color que convierte a la viña en protagonista de los campos de La Rioja? Una pregunta que encuentra respuesta en conocer, más de cerca, el proceso vegetativo de estas plantas en esta época del año.

¿SABES POR QUÉ CAMBIAN DE COLOR LOS VIÑEDOS?

Al igual que sucede en otras plantas, la coloración verde de las hojas de la vid se debe a la clorofila. Ese pigmento que otorga a las distintas especies vegetales su coloración tan característica. La producción de clorofila está íntimamente ligada a la cantidad de luz solar. Por esta razón, con la llegada de la primavera y el verano la coloración del viñedo es de un verde rabioso. Y, también por esta misma razón, cuando los días se acortan el color de las hojas va cambiando paulatinamente.

Por qué cambia de color el viñedo

Pero, además de ser responsable de la coloración de la hoja, la clorofila también tiene otro papel vital para la planta. Es gracias a ella como la vid puede transformar el dióxido de carbono, el agua y la luz del sol en alimento. En eso que permite que tanto la vid como el resto de plantas crezcan con vigor.

Ante la proximidad del otoño, la producción de clorofila comienza a descender. Algo que provoca que el verde propio de las hojas vaya desapareciendo, para mostrar otros colores ocultos en ellas. Así es como los colores naranjas y amarillos comienzan a hacer acto de presencia. Porque, en ausencia de la clorofila, estaban ocultos en las hojas.

La disposición de estos tonos depende, en gran medida, del tipo de vid. O, lo que es lo mismo, la coloración de las hojas puede variar en función de la variedad de uva.

Otro de los motivos para estos tonos anaranjados y rojos es el azúcar atrapado en las hojas. A medida que la planta detecta el descenso de luz solar y de temperatura, las venas de las hojas comienzan a contraerse. Así y gracias al calor del día y el frío nocturno, los azúcares que había en ellos comienzan a reaccionar hasta dar lugar a ese color rojo tan propio de las hojas de la viña en otoño.

Cambios de color del viñedo

Tras este espectáculo de colores, llega el momento de tirar la hoja. Un momento que se da cuando las venas de las hojas se han cerrado por completo, condensándose todas las células en la base de la hoja. Y, aunque esto pueda ser menor, no deja de ser un mecanismo natural para que la vid pueda entrar en un estado vegetativo durante el invierno.

OTOÑO, EL MEJOR MOMENTO PARA VISITAR LA RIOJA

Disfrutar de nuestra tierra es un gran plan en cualquier momento del año. Un lugar en el que no solo el amante del vino encuentra un lugar de disfrute único. También lo hace el del paisaje y quienes quieren descubrir la gastronomía riojana y su riqueza. Las características de La Rioja Alta la convierten en un emplazamiento perfecto para quienes se entregan al enoturismo como manera diferente de viajar. Algo que puede disfrutarse durante los doce meses del año.

A pesar de esto, huelga decir que el otoño tiene un sabor especial en La Rioja. Es en esta estación cuando las extensiones de viñedo se convierten en un espectáculo de color. En una cita para admirar hasta qué punto la naturaleza es dueña de una paleta de tonos tan única como lo es el sabor de esta tierra.

Algo que no puede contarse ni explicarse por palabras. Algo que solo puede vivirse viniendo a dejarse seducir por los colores del viñedo en otoño sujetando en la mano una copa de vino.