Carlos Serres

La preservación de nuestros vinos de Haro

Por su carácter de tierra del vino y la responsabilidad con una herencia de tradición vitivinícola que marca su historia, la preservación de los vinos de Haro es una de sus mayores señas de identidad. Una razón de peso no solo para que la ciudad contemple una altísima concentración de bodegas sino, además, para que éstas cumplan con fielmente con ese legado.

Por este motivo, la preservación de los vinos de Haro mantiene a día de hoy un compromiso adquirido con el vino, que no solo se plasma en esa conservación del paisaje del viñedo como parte de su patrimonio sino, además, en su afán por mantener especies autóctonas de vides en sus caldos como auténtica expresión de su identidad.

Una identidad que, con más o menos nombres, hace que los vinos de Haro conserven eso que les hace singulares a pesar del paso del tiempo.

LO QUE NOS DIFERENCIA

Si algo marca de manera sine qua non los vinos de Haro es su tierra. Una auténtica madre de nuestros vinos, responsable no solo de sus peculiares aromas y sabores sino también de su carácter. Y es que las características de este terruño son las que propician que Haro sea una tierra en la que el vino forma parte de su identidad.

Suelos arcilloso calcáreos, una climatología singular (con inviernos fríos y veranos con oscilaciones de temperatura) y la humedad que aporta ser una tierra mimada por el Ebro convierten a Haro en el sitio idóneo para el cultivo de la vid.

Y, si la tierra determina la clave del sabor de sus caldos, su papel es igual de importante en la preservación de los vinos de Haro. Y es que es ese entorno natural el que ha marcado de manera determinante el cómo se cuida y añeja el vino antes de ser degustado, partiendo de un punto rotundo: las primeras bodegas de la ciudad. Unas excavadas directamente en ese suelo permeable del que hablábamos antes, que datan nada menos que de épocas medievales y que suponen el punto de partida más ancestral de las actuales bodegas de la zona.

Bodegas de Haro
Porque, si bien estas bodegas han caído en desuso para dar paso a otras mucho más modernas y son muestra únicamente de la tradición pasada, lo cierto es que el planteamiento de las actuales toma el testigo de sus características singulares: un grado de humedad sin oscilaciones, la penumbra propia de una bodega y la temperatura de preservación ideal para el vino (con escasa oscilación térmica independientemente de las condiciones meteorológicas del exterior, algo que facilitaban las que fueran bodegas de la zona en época medieval por su carácter subterráneo)

Unas condiciones óptimas para que el vino evolucione como ha de hacerlo, fundamentalmente en lo que respecta a incidir en las características de los Vinos Jóvenes (que encuentran en estos espacios las condiciones perfectas para desarrollar toda su personalidad) pero, también, en lo que a añejar supone.

Vinos singulares criados en bodegas particulares, la clave de la preservación de nuestros vinos de Haro ayer y hoy.