Cuando se acaban de conmemorar los 125 años de vida de la Estación Enológica de Haro, merece la pena dedicarle un momento a conocer el increíble papel que ha jugado en el desarrollo del vino de Haro. Uno fundamental no solo para la modernización de la producción de vino en aquel 1892 en que fue instaurada en la ciudad, sino también para entender la importancia que todavía hoy tiene en los vinos elaborados en la zona.
Y es que, como buena tierra de prestigio internacional, Haro es un referente del vino español porque todavía hoy se continúa innovando en su producción. Porque, tras cada bodega y cada botella, está el esfuerzo de las distintas casas del vino y de la Estación por mantener esa exigencia de calidad que han forjado la fama de una tierra que es cuna natural del vino.
Un trabajo que ocupa el día de esta institución, cuya labor está centrada en el mismo objetivo que tenía en el momento de su fundación: innovar, día a día, el vino de Haro.
EN LA VANGUARDIA DE LA INVESTIGACIÓN VITIVINÍCOLA
La instauración de la Estación Enológica en Haro fue un hito en aquel final del siglo XIX en el que tan solo Madrid contaba con una institución similar. La elección del municipio riojano como objetivo de la Estación se debió, fundamentalmente, a la necesidad de llevar a nuevos mercados el vino jarreño. Un objetivo económico que pasaba, de manera vital, por un aspecto mucho más mundano y práctico: ayudar a los agricultores de Haro a modernizarse, adaptando nuevas metodologías e, incluso, maquinaria específica.
El papel de la Estación Enológica también sería clave en uno de los momentos más delicados de la historia de Haro. Y es que, si fue la filoxera la que hizo despuntar los caldos de esta tierra, ella también fue la responsable de asolar los viñedos de la ciudad en 1899. Una plaga detectada, precisamente, por la Estación y que supuso un punto de conflicto con los viticultores que, en aquella época, se resistían a ver cómo se quemaban sus viñedos para evitar la propagación de la plaga.
Sería así como la Estación no solo lograría la recuperación del viñedo tras este momento de devastación del campo de Haro, sino también cumplió un papel protagonista en otra tarea vital: recuperar las uvas autóctonas de esta zona de La Rioja, y servir como soporte a los agricultores para saber dónde y cómo plantar cada una de ellas para ser productivas.
Pero, más allá de estas páginas de historia de la enología de Haro, si hay un aspecto destacable de su actividad en la historia de sus caldos es, precisamente, su apuesta y concienciación desde el comienzo de su labor por crear vinos de calidad, jugando con las distintas combinaciones de uvas. Un quehacer para el que, además de investigar constantemente, jugó un papel fundamental su carácter de asesoría de los diferentes vitivinicultores de la zona.
TÉCNICAS INNOVADORAS
Desde su instauración hasta hoy, la Estación sigue siendo vital para el desarrollo enológico de Haro. Si ya en los años 70 su empeño por la modernización del campo jarreño promovió la internacionalización de sus vinos, hoy conserva este mismo empeño prestando un apoyo constante en el desarrollo de los vinos de la ciudad y una labor de control de los caldos que llevan en su etiqueta Haro.
Por esta razón, la Estación es un referente en innovación. No solo porque gracias a los análisis de muestras de vino que realiza anualmente, más de 25.000 muestras para medir más de 340.000 parámetros, es capaz de detectar la calidad de sus vinos; sino porque además cuenta con un hito pionero en su haber: ser, en 1999, la primera Estación Enológica de España en lograr la acreditación ENAC conforme a la Norma Internacional EN 45001. Un auténtico aval de la calidad del servicio prestado por esta institución.
Mucho más reciente pero igual de importante es conocer lo que ha convertido a este centro de la enología de Haro en un auténtico referente de las revoluciones recientes del mundo vitivinícola: la huella dactilar del vino. Gracias a la instalación de un equipo de resonancia magnética, la Estación puede certificar el origen de un vino y su trazabilidad.
Una garantía absoluta para sus caldos pero, sobre todo, una forma de situar a Haro nuevamente como líder en la innovación del mundo del vino.