Carlos Serres

¿Es mejor un vino cuanto más viejo es?

A pesar de ese dicho popular de «ha mejorado con el tiempo como el buen vino», cabe preguntarse si es mejor un vino cuanto más viejo es. Una duda que bien puede llevarle la contraria al refranero, ya que no siempre el tener muchos años es sinónimo de ser mejor.

No hay más que pensar en esa mala sorpresa que todo aficionado al vino se ha llevado en alguna ocasión. Nos referimos a esa botella guardada con mimo para una ocasión especial o señalada que, llegado el momento de descorchar, no solo no es mejor sino que añadido no se puede disfrutar. Algo que podemos percibir, incluso, desde el primer olfateo.

El vino, como buen elemento vivo, evoluciona y cambia incluso una vez embotellado. Un hecho que depende de muchos factores que podemos conocer y controlar para evitar llevarnos esa mala sorpresa que comentábamos.

¿CUÁLES SON LOS VINOS QUE MEJOR SE CONSERVAN?

Durante siglos y hasta hace relativamente pocos años, se consideraba que los vinos más jóvenes no reunían la calidad exigida; mientras que los más añejos eran mejores. Una creencia que planteaba de manera habitual la pregunta de qué vino es mejor, Crianza o Reserva.

Lejos de ceñirnos solo a su tiempo de envejecimiento (que también influye), a día de hoy es posible tener una noción de cuáles son los vinos que mejor se conservan según su tipología. Una auténtica guía que nos orientará en el tiempo máximo que podemos guardar un determinado vino para que, cuando lo descorchemos, podamos disfrutarlo plenamente.

mejor un vino cuanto más viejo
Descubramos los tiempos orientativos de conservación según cada tipo de vino:

  1. Vinos espumosos sin añejar, rosados, blancos jóvenes, blancos sin barrica y tintos jóvenes: este grupo de vinos enunciados está pensado para ser disfrutado en un plazo breve desde su momento de embotellado. Algo que marca en gran medida su tiempo máximo de consumo (si queremos disfrutarlos en plenitud de sus aromas, sabores y matices), que no podrá exceder nunca un plazo de entre 12 y 24 meses como máximo desde la fecha de añada que encontremos en la etiqueta.
  2. Vinos blancos con barrica, espumosos Reserva y Gran Reserva: gracias a su paso por barrica (incluso cuando el tiempo de envejecimiento es breve), su resistencia de almacenamiento en bodega es superior sin ser eterna. De ahí que solo podamos tenerlo en nuestra bodega entre 24 y 36 meses. Si el vino en cuestión es un espumoso Reserva o Gran Reserva, admitirá más tiempo de almacenamiento que un blanco con barrica. Sin embargo, es importante saber que en el caso de los espumosos cuanto mayor sea el tiempo de bodega menor será la potencia de su burbuja (pudiendo llegar a convertirse en un auténtico vino blanco, si sobrepasamos mucho el tiempo de conserva).
  3. Vinos tintos que han pasado por barrica: en esta familia de vinos contemplaremos aquellos que han estado entre 12 y 24 meses en barrica. Un dato que será importante conocer, ya que cuanto mayor sea el tiempo que han permanecido añejando mayor será el que podamos mantenerlo en nuestra bodega. Tampoco esto supone un cheque en blanco: para guiarnos, lo ideal es que el tiempo de bodega de un vino nunca supere al doble de su tiempo en barrica (de manera que un vino envejecido durante 12 meses, podrá conservarse en plenitud hasta 24 más).

LAS MEJORES CONDICIONES PARA CONSERVAR EL VINO

Sin embargo, conocer los tiempos de cada tipo de vino no es lo único que incide en la conservación de un vino sino que hay otras circunstancias determinantes: las condiciones en las que guardemos nuestros vinos.

Detalle barrica de las bodegas de Carlos Serres

Aunque lo ideal es conocer a fondo la mejor manera de guardar tus botellas de vino (sobre todo, si la bodega la tenemos en casa y no en un espacio específicamente diseñado para ellas), hay determinadas causas que nos ayudarán a entender por qué una botella de vino no reúne la calidad que esperamos (además de tenerlos en cuenta para evitar que vuelva a suceder).

Así, veamos algunos apuntes de interés para conservar el vino:

  1. Temperatura: ha de ser constante, presentando los menores cambios posibles (ya que este factor puede alterar las cualidades del vino). De manera genérica, la temperatura ideal de conservación del vino es entre los 10 y 15 grados (no permitiendo que exceda nunca los 17).
  2. Humedad: fundamental cuando hablamos de botellas con corcho natural. El espacio de almacenamiento tendrá que contar con un grado de humedad del 70% (ya que es importante conservar el corcho sin que se seque ni se humedezca, algo que podría provocar la aparición de hongos).
  3. Ventilación: algo decisivo y necesario para evitar que un vino tome sabores ajenos y desagradables.
  4. Iluminación: por ser un elemento vivo, el vino puede cambiar si está expuesto a la luz. De ahí que las cavas de las bodegas se mantengan en penumbra, con vistas a no aportar calor ni variaciones a un determinado caldo.
  5. Inclinación: siempre en horizontal y con una leve inclinación (que evite que el vino entre en contacto con el corcho).

Tiempo y detalles, tan fundamentales para conservar el vino como para definir si su vejez es un sello de calidad o un sinónimo de deterioro. Dos buenos motivos a tener en cuenta para que abrir una botella sea sinónimo de lo que debe ser: disfrutar de su personalidad.