Las cajas de vino fueron, durante muchos años, una auténtica tradición. No solo eran uno de los presentes favoritos de fechas señaladas. También, en muchas ocasiones, suponían un delicioso souvenir de la visita a una bodega. La mejor manera, sin duda, de ponerle sabor propio a una visita y a un recuerdo. Su éxito tenía, de aquella, toda la lógica. Era, en muchas ocasiones, la mejor oportunidad de poder disfrutar de un determinado vino que, de no traerlo con nosotros de vuelta de un viaje, no podríamos conseguir.
Pero no eran las únicas razones para apostar por una caja de vino. Lo más común cuando al comprar este tipo de estuches era la variedad de su interior. Y es que, en la mayor parte de los casos, una caja de vino no contiene un único caldo. En realidad se entiende en sí misma como un auténtico muestrario de distintos vinos de una bodega.
Sin embargo y a pesar de lo instaurada que estaba la tradición de la caja de vino, en la actualidad es una compra que genera ciertas dudas. Unas que se deben, en gran medida, a que hemos perdido la costumbre de disponer de nuestros caldos en este formato. Así que, para despejar cualquier duda, veamos sus ventajas e inconvenientes en detalle.
VENTAJAS DE COMPRAR UNA CAJA DE VINOS
Veamos algunos buenos motivos para comprar una caja de vinos empezando por una razón meramente estética: su presentación. No cabe duda que uno de los principales atractivos de este tipo de estuches es que cuentan con una puesta en escena irresistible. El acabado en madera recuerda inevitablemente a por qué se almacena el vino en barrica, llevándonos de manera emocional directamente al proceso más especial de la elaboración del vino. Y no cabe duda: cumplen a la perfección su cometido como regalo o motivo de celebración.
Otro buen motivo para comprar una caja de vino es la versatilidad de su contenido. Como decíamos, suele ser habitual que un estuche de estas características presente distintos caldos de una misma bodega. Una oportunidad fantástica de poder disfrutar de un vino que ya conocemos pero, también, de descubrir otros que quizás nos sorprendan. ¡Y qué mejor para un amante del vino que, precisamente, tener la oportunidad de conocer nuevos caldos!
Sin embargo, no siempre el contenido de una caja de vino son distintos caldos. Y ahí tenemos otra importante ventaja: poder disponer de varias botellas de nuestro caldo favorito. Y no nos referimos, únicamente, a que correspondan a una misma etiqueta. También es común que sean de la misma añada. Una razón que convierte en perfecta una caja de vino si, por ejemplo, somos los encargados de calcular cuánto vino llevar a una cena.
Dejamos para el final un aspecto puramente práctico que, sin embargo, no puede pasar desapercibido. Y no es otro que la seguridad. Las cajas de vino, por su estuche, son perfectas para salvaguardar la integridad de nuestras botellas. Un buen motivo para optar por ellas, sobre todo, cuando tenemos un viaje de vuelta a casa con nuestros tesoros líquidos.
PUNTOS EN CONTRA
Vistas las ventajas, es inevitable no analizar sus inconvenientes. Y, sin duda, bien pueden resumirse en una sola. No es otra que uno de los fallos más comunes entre quienes se decantan por tener una caja de vino. Y no es otra cosa que creer que, por el mero hecho de que ese sea nuestro embalaje, es el mejor lugar para conservar nuestro vino. Y no, no lo es.
Para que nuestra caja de vino cumpla con su función pide a gritos una tarea: sacar nuestras botellas de ella. Y el motivo es sencillo. Para almacenar correctamente el vino la caja no es el mejor sistema. Básicamente porque nos ofrece dos posturas: con las botellas en vertical o con ellas tumbadas. Y ninguna de las dos es la ideal para preservar en perfecto estado el contenido de sus botellas.
Y ahora, con toda la información en la mano, la pregunta es tuya: ¿te conviene o no comprar una caja de vino?