Carlos Serres

¿Cómo se fija el precio de un vino?

Seguro que, en más de una ocasión, te has visto tratando de comprender por qué dos vinos aparentemente similares tienen precios bien distintos. Un coste que te habrá hecho incluso preguntarte si son los vinos más caros los mejores. Una duda más que razonable cuando, con una botella en cada mano, comprobamos que sus similitudes son más incluso que la diferencia de precio. 

Fijar el precio del vino es un auténtico arte en el que intervienen factores tangibles e intangibles. Y es que, más allá de las cualidades físicas propias de un determinado caldo, hay otros factores a contemplar. Otros que, si bien no podemos percibir entre sus aromas o en el diseño de una botella, también están implícitamente en ella. 

Veamos, pues, cómo se fija el precio de un vino en función de dos variables bien distintas: los que dependen de las cualidades propias del producto, y las que están relacionadas con otros aspectos relacionados con su comercialización.

LOS FACTORES QUE DETERMINAN EL PRECIO DE UN VINO

Cuando estamos ante una botella de vino, no solemos ser conscientes de lo que supone elaborarlo. Podemos conocer al milímetro el proceso de elaboración del vino pero ni así comprenderemos realmente la cantidad de agentes involucrados en lo que saboreamos dentro de una botella. Y no: no se trata de la cantidad de personas que formen parte de la cadena que da lugar a un caldo. Nos referimos, más bien, a otros aspectos intangibles a simple vista que, sin embargo, forman parte de la calidad final del interior de una botella.

Cómo se marca el precio de un vino

Hay un ingrediente intangible que tiene una repercusión directa en el precio de un vino. Y no es otra cosa que el tiempo. Un aspecto absolutamente vital para cualquier caldo y que, como es lógico, puede aumentar sustancialmente su valor. Y no: no nos referimos únicamente al tiempo que un caldo permanece en una barrica. Ni siquiera al tiempo de evolución del vino en botella. Nos referimos a otros tiempos igual de importantes para transformar la tierra en un mundo de aromas y sabores. El precio de un vino que procede de cepas viejas nunca será el mismo que el de un caldo procedente de otro más joven. La razón es sencilla: la producción de las cepas más antiguas es menor pero, también, regala un fruto más complejo.

Pero no es en lo único que el tiempo pasa su implacable factura. Otro aspecto que redunda directamente en el precio de un caldo es el tipo de recogida de la viña. Y es que, por más que el objetivo sea el mismo, dista mucho si la recolección de la uva es mecanizada o artesanal. La segunda, por ser manual, es infinitamente más laboriosa y demanda una cuadrilla mayor que la que se realiza maquinaria mediante. 

Y dejamos para el final otro aspecto con un claro impacto en el precio final de una botella: los tipos de uvas empleadas para elaborar el vino. Algunas son menos complejas de cultivar o menos exigentes en cuanto a sus condiciones de cultivo. Sin embargo, hay otros tipos de uvas que presentan una complicación mayor. Y, por tanto, suponen un trabajo más pormenorizado. Y sí: lógicamente, eso también forma parte del coste final de una botella. 

La importancia del marketing en el precio de una botella de vino

EL PESO DEL MARKETING EN EL VINO

Dejando a un lado los elementos puramente objetivos, hay otros que también forman parte del precio de un caldo. Nos referimos al marketing y la comunicación que rodean al vino. Dos sectores en los que tendencias, modas, relevancia de una determinada zona vitivinícola o, incluso, la calificación de una determinada añada pueden influir directamente en el precio de un caldo. 

Sin embargo y a pesar de las apariencias, la repercusión del marketing en el precio finalde un caldo es mínima a día de hoy. Hablamos de un mercado, el del vino, que compite a nivel internacional y en el que uno de los elementos decisivos es, precisamente, el precio. 

Por eso, cuando miremos el coste de un determinado caldo, tengámoslo claro. Buena parte de su precio se debe, únicamente, a lo que podemos encontrar dentro de la botella. A ese abanico de aromas y sabores que despliega un vino cuando descorchamos el tapón.