Hay pocas cosas que permitan disfrutar tanto del vino como entregarse al arte de la cata de vinos. Hacerlo es descubrir la auténtica personalidad de un vino, más allá de las apariencias. Una forma de ahondar en todos esos matices, aromas y detalles que lo convierten en simplemente único. No hay amante del vino que no quiera descubrirlos. Es más: cada vez son más las personas que deciden formarse y entrenar su nariz para convertir cada copa en una experiencia única.
Pero no nos equivoquemos: no existe una única manera de catar. Aunque es poco conocida por el público general, hay una cata que sí se realiza y mucho entre los profesionales. Nos referimos a la denominada cata vertical. Un tipo de degustación reservada, en gran medida, para sumilleres o narices altamente experimentadas por su nivel de complejidad y su cariz altamente técnico. Un término que, si bien no es de uso común, merece la pena conocer en profundidad.
La mejor manera de descubrir por qué este ritual puede hacernos tener una visión de conjunto del vino completamente distinta.
¿QUÉ ES LA CATA VERTICAL?
El término cata vertical no hace referencia a ninguna disposición extraordinaria de las copas o de las botellas. En realidad, su significado es mucho más profundo que todo eso. La cata vertical implica cata un determinado vino de distintas añadas. Puede realizarse con un vino de una misma bodega, con vinos de una determinada zona productora que tengan mismas características, de una misma Denominación de Origen o, incluso, con aquellos elaborados con una misma cepa.
La intención de una cata vertical es poder evaluar las características del vino, tanto en un determinado momento como su evolución a lo largo del tiempo. Cuando la cata vertical está enfocada a vinos de una misma añada pero de distinta bodega, facilita extractar las características propias de ese año en el vino. Unas marcadas, en gran medida, por la influencia del clima en el vino.
Por sus características, la cata vertical suele estar enfocada a vinos Reserva o Gran Reserva. Y es perfectamente lógico. Por definición, este tipo de vinos son los más evolucionados gracias primero a la crianza en barrica y, posteriormente, en botella. Por este motivo, son también los vinos más complejos. Unos invitados perfectos a cualquier cata que busque radiografiar el sabor y los matices de un determinado año a través del vino.
CARACTERÍSTICAS DE LA CATA VERTICAL
La realización de una cata vertical suele realizarse de forma interna en las distintas bodegas, o que sea una actividad reservada para los Consejos Reguladores de las distintas Denominaciones de Origen. No solo es la cata más compleja de todas sino que, además, tiene un componente de análisis que no se tiene en cuenta en las catas convencionales. La cata vertical no solo analiza los sabores, matices y aromas del vino. Analiza, también, las técnicas de vinificación y de elaboración empleadas.
Pero ¿por qué es tan sumamente valiosa la cata vertical? Para empezar, porque permite evaluar cómo afecta el paso del tiempo a la evolución del propio vino. Algo que, lejos de ser secundario, pone a prueba también la capacidad de guarda o conservación de cada uno de los analizados. Y si esto es importante no lo es menos otro de los motivos de análisis de una cata vertical. Nos referimos a esa radiografía que catar distintas añadas crea sobre hasta qué punto el clima de ese año en particular está plasmado en el carácter del vino.
Y por último, hay otro detalle más de las catas verticales que puede parecer anecdótico pero que, de alguna manera, también refleja su propia evolución. Está reservado únicamente a aquellas catas verticales destinadas a evaluar un mismo vino de una misma bodega pero de distintas añadas. Y no es otra cosa que las etiquetas que lo identifican. Un detalle que, si bien puede parecer secundario, también refleja hasta qué punto un determinado vino ha sabido adaptarse en el tiempo.
DIFERENCIAS ENTRE LA CATA VERTICAL Y LA CATA HORIZONTAL
Lo que se denomina en el mundo del vino cata horizontal en la cata tal y como la conocemos. Ese ritual que consiste en degustar distintos vinos incluso de distintas añadas, con el objetivo de descubrir su carácter pero sin ese análisis técnico que acabamos de descubrir.
Son las más habituales y, en líneas generales, tienen un objetivo completamente distinto. Y es que cualquier cata horizontal busca, sobre todo, analizar el carácter de elaboración de distintas zonas vitivinícolas, de distintos tipos de uva o, incluso, de otras modalidades de vinificación.