Carlos Serres

¿A qué llamamos vinos largos?

Es una de esas expresiones recurrentes en el mundo del vino. Es más: estamos acostumbradísimos a leerla en notas de cata de un determinado caldo, o escuchársela decir a un sumiller en el transcurso de una cata. Antes de entrar en detalle, que nadie se sienta acobardado. Poder catalogar un vino como largo supone contar con unos sentidos súper entrenados en el arte de la cata de vinos.

Y es que calificar un vino como vino largo no es un concepto fácil de definir ni de identificar. Es tanto la cosa que bien podríamos decir que hacerlo supone conocer y reconocer un conjunto de sensaciones. Algo que, nuevamente, implica tomarse tiempo. Pero no solo para encontrar esas características de los vinos largos. También para entrenarnos para ser capaces de reconocerlo.

Así pues, veamos qué es un vino largo. Y, lo que es más importante, cuáles son las características que lo definen. Una buena pista para poder calificar a estos vinos sin necesidad de recurrir a ninguna ficha de cata.

¿QUÉ ES UN VINO LARGO?

Se califica como vino largo o vino de altura a aquellos caldos cuyos aromas y sensaciones permanecen tanto en la boca como en nariz. Pero no solo eso: además, es imprescindible que lo hagan por un tiempo prolongado y que este esté a la altura de la intensidad. Basándonos en esto, podemos dividir los vinos en tres: vinos cortos, medianos o largos.

Caducidad del vino tinto

Al ahondar en este concepto, se plantea una duda recurrente: el tema del tiempo. La intensidad de un vino se mide en caudalías. Una medida temporal equivalente a los segundos y que, en este caso, es la delgada línea que separa cada uno de los tres tipos de vinos que acabamos de mencionar.

Para poder medir lo largo o corto de un vino, es necesario saber que para calificarlo como vino largo esa sensación que mencionamos debe superar los seis segundos. O, lo que es lo mismo, que ese es el tiempo mínimo en el que tanto aromas como sabores afrutados, herbales o especiados continuarán llenándonos tanto la nariz como la boca.

UN VINO LARGO ¿NACE O SE HACE?

Comprendidas las sensaciones que nos deja un vino largo, llega otra duda inherente a ellos. Nos referimos a esa pregunta habitual de si los vinos son, per se, vinos largos o si, por el contrario, es la mano del hombre la que los transforma. Pues bien: sí a lo primero… y también a lo segundo.

Por un lado, tenemos aquellos vinos largos que son fruto de la personalidad de un terruño o de una determinada variedad de uva utilizada en su elaboración. Estos vinos son vinos largos por naturaleza propia. Está en su naturaleza y en su carácter.

Sin embargo, no son los únicos que lo son. Porque, precisamente con vistas a lograr vinos largos, es posible conseguirlos jugando únicamente con el proceso de elaboración del vino. Así trabajar aspectos como la acidez, el grado de alcohol o de tanicidad nos permite disfrutar de caldos largos con una textura muy singular.