Iniciarse en el apasionante mundo del vino es abrir las puertas de un mundo distinto. Uno en el que, además de indagar en aromas y sabores, es preciso educar los sentidos para poder entregarse al arte de la cata de vinos en condiciones. Una forma de disfrutar de la personalidad de un caldo, sí. Pero, sobre todo, la mejor manera de poder identificar qué lo hace singular o cuáles son las particularidades que marcan su carácter.
Para ello, además de entrenar los sentidos, es necesario conocer una serie de términos básicos del mundo del vino. Unos que, por un lado, nos permitirán construir nuestra percepción del caldo. Y, por otro, nos permitirán hacernos una composición de lugar sobre sus características. Algo vital si tenemos en cuenta que, en un vino, podemos encontrar más de 800 conceptos aromáticos. Una riqueza que merece la pena descubrir sin quedarnos en la superficie.
Veamos, pues, siete conceptos básicos del mundo del vino. Siete aspectos que nos permitirán evaluar o saber más de un caldo incluso sin haberlo descorchado.
1. AÑADA, LA IMPORTANCIA DEL CLIMA EN UNA COSECHA
Un primer paso para conocer la calidad de un vino es descubrir su añada. O, lo que es lo mismo, conocer la calificación que la Denominación de Origen a la que pertenece ha aplicado a la cosecha de ese año. Un factor, que no deja de ser una evaluación; y que se deja en manos de un jurado para garantizar la objetividad. Dejando clara que son fiables las calificaciones de una añada para elegir un vino, vayamos un paso más.
Y es que la añada no es un invento humano. Más bien responde a aspectos tan incontrolables y arbitrarios como lo son las condiciones climáticas en las que crecen unas determinadas uvas. La influencia que la meteorología tiene sobre la calidad de una añada es definitiva. El equilibrio entre las horas de lluvia y de sol es uno de los aspectos que marcan directamente a una añada. Dos aspectos vitales que, junto con la temperatura cálida, permitirán recolectar una uva que cumpla con las expectativas de las bodegas.
Pero además de estos aspectos, tampoco podemos dejar de lado la zona de cultivo. La tierra marca inevitablemente no solo la calidad de la uva. También el sabor que despertará en el proceso de elaboración del vino y, por tanto, el gusto y riqueza de un caldo.
2. TOSTADO, EL GUSTO DEL VINO EN BARRICA
La influencia de la madera en el sabor del vino es otro de los aspectos característicos de un caldo. No solo es un material natural sino que, además, está vivo. Una razón de peso para que su papel de salvaguarda del vino influya, también, en sus sabores. Tanto que, incluso, el tipo de madera empleada en las barricas defina las características de un determinado caldo.
Más allá de conocer por qué se almacena el vino en barrica, es interesante saber qué aporta al vino. Los tonos tostados y amaderados de un caldo están determinados por la barrica en la que se cría. Unos matices que, junto con la vainilla o las especias, aparecen gracias a este periodo en el que la madera se convierte en piel del vino.
Para acabar de entender la importancia de la barrica en el vino conozcamos algo más. Ella es responsable, también, de incidir en aspectos tan vitales como la estructura o la textura de un vino.
3. EL COUPAGE, EL ARTE DE LA MEZCLA
Este término hace referencia al arte de la mezcla de vinos. Entender qué es un vino coupage pasa por descubrir que, tras cada botella de vino, hay un cuidadoso trabajo por parte de un enólogo. Una labor en la que intuición y conocimiento se mezclan para ofrecer sabores y aromas más complejos, equilibrados y con una mayor personalidad.
4. ASSEMBLAGE, EL SABOR REFINADO
Un término que, en muchas ocasiones, se confunde con el coupage. El assemblage es una mezcla más refinada. Se realiza en la fase posterior de la elaboración del vino. Es más: es habitual que un vino coupage sea sometido, posteriormente, a este ensamblaje tras su paso por la barrica de roble y antes del embotellado.
El objetivo del assemblage es conseguir un vino de mayor calidad al que se daría sin esta mezcla.
5. LAS CLAVES DEL VINO DE CRIANZA
La crianza es un proceso que transforma, física y químicamente, un vino incidiendo en su color, su aroma e, incluso, en su sabor. Hay tres factores claves en un vino crianza, y todas ellas giran en torno a la barrica en la que se realiza el proceso.
Por un lado, el origen. La personalidad de la madera marca de manera directa su personalidad ya que aporta sus propias características a un vino. Por otro, la composición de la barrica. Los matices de un vino criado en una barrica de roble americano son diferentes a los que podemos disfrutar en una de roble francés, por ejemplo. Algo que sucede también si jugamos con otras maderas, como la acacia.
Por último, la última clave del vino de crianza es la micro oxigenación. La incidencia de ese aire que entra en cantidades microscópicas en una barrica cuenta con un efecto positivo en los aromas pero, también, incluso en la estabilización del vino.
6. LOS TANINOS
Los taninos son esas sustancias pertenecientes a la familia de los polifenoles que dan color al vino con el paso del tiempo. Además, cuentan con un efecto antioxidante. Su presencia está de manera natural en el hollejo de las uvas, y son fundamentales en el proceso de crianza de un vino.
Cuentan con un sabor muy característico y sencillo de detectar en boca, ya que responden a dos sensaciones: astringentes y amargas.
7. BOUQUET, EL AROMA DEL VINO
Otro término acuñado en Francia y más que utilizado en el vocabulario del vino. Sirve como paraguas para todos esos aromas que podemos identificar en un caldo, tanto en nariz como en boca.
Es un término asociado, fundamentalmente, a los vinos que han vivido un proceso de crianza. Y es que el bouquet es la compleja suma de aromas que ha desarrollado un caldo con el paso de los años, de sus métodos de crianza e, incluso, de su trato en botella.