Cuando abrimos una botella, dentro de ella no solo nos espera una experiencia de aromas y sabores. No es solo la mezcla elegida de uva sumada al proceso de fermentación del vino y el tiempo de crianza. A pesar de todo, hay otro agente más implicado. Uno que es tan importante, si cabe, para sabor del vino como ese tiempo durmiente en bodega. Nos referimos al tapón de corcho. Un elemento imprescindible que, lejos de ser un actor secundario, es un auténtico protagonista.
El tapón de corcho no es solo un elemento estético. Su presencia como parte de una botella es una auténtica necesidad. Sin embargo, en los últimos años este elemento ha cambiado de manera sustancial. Al tradicional corcho le han sucedido otros materiales. Otros que, presuntamente, presentan ciertas ventajas sustanciales en lo que respecta a la conservación del vino.
Porque esa es la importancia del tapón de una botella. Conservar el vino ajeno al exterior. Permitir, además, el final de su crianza si así lo considera el enólogo que elabora un determinado vino. Por eso, es interesante conocer por qué se utiliza el corcho y qué implica su uso.
LAS VENTAJAS DE LOS TAPONES DE CORCHO
La importancia del tapón de corcho es tal que su uso se remonta nada menos que al siglo XVIII. Un momento en el que, gracias a la observación de un monje de la Champagna francesa, comenzarían a usarse primero en botellas de champagne y, posteriormente, en los vinos Reserva y Gran Reserva.
Desde entonces, el tapón de corcho ha sido un aliado fiel del vino. Y no le faltan motivos para ello. Este material cuenta con importantes cualidades ideales para evitar la oxidación de un caldo dentro de la botella. El corcho tiene la capacidad de contraerse y expandirse con los cambios de presión y temperatura. Una virtud, su elasticidad, que permite conservar el interior de la botella independientemente de las condiciones climáticas del exterior.
Ligada a esa elasticidad, el tapón de corcho presenta otra ventaja maravillosa: permite la microoxigenación del vino. Algo necesario, ya que esas cantidades mínimas de oxígeno que penetran en la botella permiten al caldo una evolución lenta y progresiva. Algo imprescindible para ese otro periodo de crianza que el vino puede vivir, según sus características, dentro de una botella.
Es curioso saber que, a pesar de esto, el tapón de corcho es impermeable. Aunque permite el paso de aire en cantidades imperceptibles, también isla el vino del exterior. No solo en lo que respecta al oxígeno sino, sobre todo, en otro aspecto que puede cambiar por completo el perfil organoléptico de un vino: la humedad.
INCONVENIENTES DE LOS TAPONES DE CORCHO
A pesar de contar con tantas ventajas, el tapón de corcho también puede presentar algunos problemas. Uno, precisamente, está ligado a esa humedad de la que el corcho pretende proteger. Y es que, para que cumpla su correcta función, el tapón debe estar ligeramente humedecido. Algo para lo que es fundamental almacenar correctamente el vino.
El problema de no hacerlo es, precisamente, que una falta de humedad puede resecar en exceso el corcho. Algo que puede provocar la rotura del mismo. De darse esta situación, la cantidad de aire que entrará en el vino será perjudicial para el contenido de la botella. Tanto que podrá alterar por completo el vino, hasta llegar al punto de que tengamos que plantearnos cómo saber si un vino está picado.
Por este motivo, el equilibrio de esa humedad en el tapón de corcho es fundamental. Por esto y porque tampoco es beneficioso un exceso de humedad. De darse, puede traer consigo la aparición de hongos en la superficie. Unos que, aprovechando la porosidad propia del material, estropearán el vino.
ALTERNATIVAS
Las ventajas e inconvenientes del tapón de corcho son las que han provocado un singular movimiento en el vino. Y es que, desde hace algunas décadas, se ha planteado la sustitución de este material natural por tapones de origen sintético. Unos que cumplen con esa función protectora propia del tapón, evitando el paso tanto del oxígeno como de las bacterias y hongos. Pero, además de esta ventaja, presentar otras sustanciales: no se rompen a pesar de las condiciones de humedad, y no producen polvo.
Estas bondades del tapón sintético han sido valoradas ya por otros mercados. Sin ir más lejos, el mercado vinícola británico ha optado por esta alternativa al clásico tapón. Una elección puramente práctica que, a pesar de todo, no se impone de manera generalizada.
Y es que, a pesar de estas ventajas y de otras tendencias internacionales, el uso del tapón sintético continúa siendo minoritario entre las bodegas españolas. Unas que, a pesar de todo, continúan apostando por el tapón natural por una razón: todavía no está probada su eficacia a largo plazo. Algo que podría repercutir en vinos con crianzas largas, como los caldos añejados.
Así, y más allá de tener otras opciones, está claro que, incluso con sus inconvenientes, al tapón de corcho le queda por delante un largo reinado.